La Cruz de Loreto (México)
Las noches estrelladas no son fáciles de ver. La completa oscuridad asusta a algunos, la lejanía a la civilización puede causar hasta estados de ansiedad…Olvida todo eso, adéntrate en un mundo en el que todo se puede hacer, y sin necesidad de aparatos eléctricos, en lo que llamaríamos el paraíso.
Recién habían dejado las maletas en mi palafito, bautizado con el nombre de La Chalupa, cuando Dalila me comentó que iban a liberar tortugas al Pacífico, que si me apetecía ir con el biólogo y ayudarle. Imaginad: acababa de llegar a un lugar donde tus maletas son llevadas en una bicicleta, tu habitación es un romántico palafito iluminado con velas y candiles.
No hay luz eléctrica, (los enchufes están reservados para tu máquina de afeitar o para cualquier otro gadget tecnológico). No hay internet, ni aire acondicionado, sólo un imprescindible ventilador en el techo, tu mosquitera y una magnífica terraza desde donde puedes contemplar la laguna y escuchar el atronador sonido del océano Pacífico rompiendo sus olas en la playa. A propósito, para ir a la playa necesitas que el barquero te lleve al otro lado en un breve pero bucólico viaje donde contemplarás aves y un firmamento de ensueño. Así es el Hotelito Desconocido, uno de los llamados hoteles ecológicos de Costa Alegre en el estado mexicano de Jalisco. Un hermoso lugar apartado de la realidad, donde recordar el presente casi está prohibido. Allí vas a olvidarte absolutamente de todo, a liberar tortugas recién salidas de sus huevos o, por la noche, ayudar al biólogo del hotel a la localización de tortugas marinas que se acercan a la playa a desovar. Una experiencia increíble que recordarás toda tu vida. Ellos nos darán una visión de la naturaleza, más allá de lo imaginable en un entorno especial. Y puedo dar fe de ello ya que, desde las once de la noche hasta cerca de las tres de la madrugada, acompañamos al biólogo en unos divertidos buggies, recorriendo parte de aquella playa en Costa Alegre en busca de tortugas marinas. No es fácil estar atento a todas las que llegan, y algunos de los nidos son vaciados por gente del pueblo que se los come o los vende, algo que hay que conseguir que desaparezca. Aquella noche sólo los vimos de lejos, y llegamos antes que ellos para llevarnos los huevos al pequeño nido que tienen en una cerca para su conservación y después su liberación.
HOTEL ECOLÓGICO
Sus 24 habitaciones, llamados palafitos o nogalitos, recuerdan a aquellas construcciones de los mares del sur. Pero aquí, recordamos, a pesar de no tener electricidad (sólo la necesaria para facilitar la estancia), no nos falta detalle. La ropa de cama es de una calidad impresionante, el cuarto de baño tiene la ducha al aire libre y es como si una regadera fuera la encargada de dispensarte agua fría o caliente al gusto. Todas las amenities de baño son ecológicas. Y si dejas la banderita roja, que está en el exterior de tu pequeña casita, levantada de la noche a la mañana, indicará que deseas un café de olla con galletas mexicanas antes de tu desayuno. O si la levantas a cualquier otra hora, es que deseas el servicio de habitaciones. Eso sí, si en plena noche se te antoja algo especial, un walkie talkie te comunicará con “Lupita” para que, si está en su mano, haga que aquel antojo se convierta en realidad.
En medio del paraíso, el hotelito posee dos restaurantes; el Nopalito, ubicado en el otro lado del pequeño lago, ya en la playa, cerca de la piscina y el Cantarito, que se encuentra en el estero, y que tiene unas vistas preciosas. Este último se abre para el desayuno y cena. Una cocina para no perdérsela, ya que todo lo que se usa en ella es tradicional y sobre todo, todo el producto es de la zona y ecológico. Qué más se puede pedir sabiendo que un zumo de tamarindo es recién exprimido y las piñas del desayuno recién traídas de la plantación.
Pues tal vez poder disfrutar de un paseo a caballo poco después del amanecer, para más adelante relajarse en una clase de yoga y quizás, terminarlo con un masaje relajante para antes de cenar ir a dar un paseo con bicicleta o en alguna de sus calas más tranquilas, Careyes, Careyitos o Playa Rosa, practicar snorkel o buceo. Estamos en un lugar alejado de todo mundanal ruido, pero sin embargo aquí el tiempo pasa con la sensación de que estás aprovechando al máximo cada minuto, cada segundo. En un pequeño reducto de naturaleza, sino salvaje, lo menos civilizado posible para no querer regresar a las cuatro paredes de siempre y mantener se noche tras noche en el pequeño lago mirando los millones de estrellas, blancas como la leche, salpicando la inmensidad del cielo mientras cada vez que uno se acerca al mar, su sonido nos eleva a un plano desconocido de nuestra existencia.
Si alguna vez pensó que el paraíso no era alcanzable, les aseguro en el Hotelito Desconocido, tanto por su personal, cuyo trato profesional y cercano es impresionante, así como su director, Baptiste Lormand, le harán creer que está mucho más cerca de lo que nunca imaginó. Playas interminables, sol, naturaleza pura y lo más importante, una calidad que hará que no queramos regresar al día a día. Y si lo hacemos, en cuanto pongamos un pie fuera de allá, soñaremos con volver una y otra vez, a aquel lugar de paz y sosiego.
DIRECCIÓN:
Hotelito desconocido
Playon De Mismaloya s/n, 48460
La Cruz de Loreto, México
Telf.: +52 322 281 4178.
www.hotelito.com
Cómo llegar
Si se pernocta por más de dos noches, el hotel puede recogerte en Puerto Vallarta.
Habitaciones
Dispone de 24 habitaciones o palafitos (si están en el estero) o Nopalitos (si están en la playa), construidas y decoradas totalmente a mano. Cada una de ellas es diferente.
Restauración
Tiene dos restaurantes: el Nopalito y el Cantarito. Al primero se accede en barca hasta la playa, es ideal para las comidas. El Cantarito, en el estero, se emplea fundamentalmente para desayunos y cenas.
La cocina es tradicional mexicana.
Servicios
Transporte al aeropuerto, amenities ecológicas, teléfono en recepción y fax, servicios de lavandería, conserje. Así como un sinfín de actividades para el entretenimiento como billar, área de lectura, paseos a caballo, programas de preservación de la tortuga marina, observatorio de aves, etc.
“Magnífico recuento de la que fue casa de mi bisabuela Angélica de 1902 a 1947, luego de la cual la alquiló, hasta su fallecimiento en 1973, a la familia Saenz. Mi abuela, a su vez, se la vendió a los Sáenz en 1974. Sólo dos detalles. Ella fue Mujer de Nicaragua y de las Americas, no en 1949, sino en 1958. Saludos
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