Los 32 rumbos - revista on line de viajes


Piriápolis

La ciudad alquímica del Uruguay

Un visionario del siglo XIX creó en Uruguay una ciudad talismán. Sus edificios más emblemáticos encierran mensajes cifrados, códigos esotéricos que –aseguran- obran una transformación a quienes los observan con el corazón. Piriápolis esconde en el diseño de sus calles el Árbol de la vida de los cabalistas y la constelación de Acuario, para atraer hacia sus habitantes las energías celestes y terrestres.

Texto: P. Hervías y J. Guijarro Fotos: XCRIPTUM

Descendimos del vehículo en los alrededores de la ermita de San Antonio. Desde esta atalaya se divisa una estupenda panorámica de Piriápolis, la ciudad mágica del Uruguay. El apelativo no es baladí. Unos escolares jugaban con péndulos buscando la mejor energía, otros imponían las manos a las jóvenes que, vestidas con camisetas de colores llamativos, estaban sentadas frente a la bahía. Cisel Rodríguez, nos explicaría poco más tarde que toda la ciudad está diseñada como un gigantesco talismán, que sus edificios emblemáticos esconden claves esotéricas y que incluso hay diseñada una ruta turística para empezar de desdeñar los secretos de su creador, un iluminado llamado Francisco Piria.
Cisel Rodríguez es una especialista en esoterismo uruguayo que trabaja como guía para el departamento de turismo de Maldonado. “Si leyeron el Código da Vinci, poco voy a explicarles” –nos espeta a bocajarro con marcado acento uruguayo. Ambos cruzamos una mirada de complicidad. Más aún cuando esta mujer de mediana edad y tez morena saca de entre sus papeles una fotografía muy familiar: “¿La reconocen?” –nos pregunta sosteniendo una mala fotocopia a color de la Tour Magdala-. “Pues Piria construyó una torre similar en su castillo”. Impacientes por verla, le sugerimos que nos acerque hasta este lugar clave y que nos hable un poco más de este singular personaje

Historia de un visionario
Francisco Piria fue un hombre de grandes inquietudes, un visionario para su época. Nació en 1847 en Montevideo pero a los cinco años –cuando muere su padre- fue enviado a Europa, concretamente a un pueblo genovés llamado Diano Marina, para recibir formación a cargo de un tío suyo jesuita. Y algo extraño sucedió allí porque Piria se convirtió en un precoz niño prodigio, con una estupenda visión de futuro (tanto que roza la precognición) y con unas marcadas inquietudes esotéricas.
Inventó la correa del reloj, creó los panfletos publicitarios para vender propiedades, llegó a idear las “hipotecas”, dejando pagar los terrenos a 30 años. Todo ello, con el fin de poder comprar un vasto terreno junto al mar en el departamento uruguayo de Maldonado, al que llamó Piriápolis, una ciudad talismán, capaz de recoger y proporcionar energías basándose en la kabbalah y el arte de la alquimia. ¿Qué sucedió en Italia? ¿A qué fuentes de conocimiento pudo tener acceso? Ambas preguntas siguen siendo una incógnita para sus biógrafos. Sólo nos quedan sus obras y, en concreto, una ciudad que está llamada a ser el foco del turismo esotérico del Uruguay: Piriápolis.

Templarios en Uruguay
Recorrimos seis kilómetros entre serranías, con el Cerro de las Ánimas a nuestra espalda y el Pan de Azúcar a la izquierda, cruzando puentecitos, bosques y granjas, para internarnos en la Ruta 37 donde doblamos a la izquierda para llegar al castillo de Piria. La puerta de entrada estaba cerrada al público pero el guarda nos dejó entrar. Alguna ventaja tiene ser periodista.
Dentro del recinto Josep dio un respingo. “¿Es que no lo veis?” –nos pregunta en voz alta. “Es la beauseant, el estandarte de los Templarios”.
En efecto, presidiendo los torreones del castillo ondeaban cuatro banderas templarias. En el interior, las cruces paté también eran visibles junto a otras claves que iremos desvelando a continuación.
El Castillo, una de las obras más características de la zona, fue construido en un período de grandes cambios para Piria. En 1894 se casó por segunda vez con la yugoslava María Emilia Franz y es, en esa época, entre el 94 y el 97 cuando el ingeniero Aquiles Monzani erigirá la construcción y todos sus anexos.
Según el investigador Jorge Floriano (nieto de Piria, para más señas) la obra es una verdadera “mansión filosofal”. Por desgracia, buena parte de los símbolos han desaparecido. También los objetos que Piria reunió a lo largo de los años, muchos de ellos de plata, y que constituyen una verdadera y misteriosa fortuna. ¿De dónde procedían los fondos? ¿Cómo, siendo un joven de familia humilde pudo construir toda una ciudad?
La avenida que da acceso al castillo estaba flanqueada por estatuas de deidades griegas que representaban a los planetas y los metales de la alquimia. La fuente, consagrada a Neptuno (con su correspondiente estatua) también ha sido destruida: “Aquí se mostraba la vía utilizada por Piria en sus trabajos alquímicos: la llamada ‘vía húmeda’" -nos explica Cisel. “Dura exactamente un año, el tiempo que vivió Piria permanentemente en el castillo: una vez lograda su meta no volvió más a él y se alojó en alguno de sus hoteles. Además, chicos, el subsuelo, donde se hallaba su laboratorio, fue tapiado”.
Empezamos a recorrer estancias y pasillos. En una de los muros todavía penden los planos originales de la ciudad que ideó.
-¡Mira esto!- exclamó Patricia –Es el árbol de la vida.
En efecto, a vista de pájaro, las calles de Piriápolis dibujan el conocido Árbol de la vida de los cabalistas y este se repite de sefirot en sefirot en una suerte de fractal arquitectónico. Estamos fascinados.
Al día siguiente, a bordo de un helicóptero de la Fuerza Aérea Uruguaya, trataríamos de fotografiar en vano esta estructura. Y decimos en vano porque nunca llegó a realizarse. Se quedó sólo en el papel. En cualquier caso el balneario tiene muchos otros atractivos esotéricos.
Subimos al tercer piso por una escalinata con fotografías de Piria. Hoy se sabe que en la habitación superior del castillo era empleada como lugar de meditación y para realizar proyecciones astrales. La disposición de las puertas es absolutamente simétrica, una de ellas, curiosamente, no conduce a ninguna parte. “Es un recordatorio de que las puertas a otros mundos están en éste y que hay que tener la suficiente atención para ‘verlas’”-nos explican.
Ya en el exterior dos lebreles (perros de caza) en la puerta de acceso llaman nuestra atención. Entre sus patas tienen un morral y una liebre muerta. La liebre, en alquimia, es el símbolo de la “materia prima”, también conocida como “mercurio”.
Otro símbolo importante reside en las columnas de entrada. Se trata de dos dragones entrelazados que forman una X, el símbolo del fuego, el elemento fundamental en la consecución de la Gran Obra. Estas figuras surgen de entre hojas de acanto al extremo de las columnas que nos recuerdan a los templos masónicos. Y es que, como acertadamente, observa Josep, el castillo de Piria sugiere en su estructura al mismo templo de Salomón.
En los jardines del castillo, aún se conservan varios copones en los que aparece una figura que parece ser la del “diablo”, ¿Se trata de Bafomet de los Templarios?

Algo extraño se respira en el ambiente
A la derecha del castillo, Piria plantó varias yucas africanas que, curiosamente, sólo crecen allí. Cualquier intento por trasplantarlas ha fracasado. La razón es que no se trata de dragos canarios. Se dice que Piria las trató con la llamada “piedra vegetal” -otro de los productos derivados de la piedra filosofal- que permite la perfección de toda especie vegetal. Tal vez por ese motivo muchos hoy meditan en este lugar, un lugar extraño, tranquilo, evocador y que sólo los iniciados aprecian en su justa medida.
Dejamos el castillo donde algunos afirman que aún hoy se aparece Piria de noche o se escuchan los ladridos de su perro y, de regreso por la Ruta 37, camino al “Balneario del porvenir” (así definió Piria a su ciudad), nos dimos de bruces con la Iglesia de Piria (ubicada en lo que sería el centro de la ciudad, según el diseño del empresario). Esta “catedral” nunca llegó a ser consagrada como templo. Se trata de una imponente construcción con leyendas de todo tipo, que quedó inconclusa en un lugar que domina la zona. En su fachada destaca un evocador rosetón de ocho pétalos que aluden inequívocamente a la Rosa Cruz, otro símbolo alquímico. Esta disciplina, estrechamente relacionada con el hermetismo, influyó en el nacimiento del rosacrucismo, un importante movimiento esotérico que se remonta al siglo XV o XVII, generalmente asociada al símbolo de la Rosa Cruz. Éste se compone de una o más rosas que decoran una cruz. En algunos casos se usa, también, una cruz envuelta por una corona de rosas; junto al símbolo puede aparecer un triángulo doble o una estrella. En otros casos es simplemente una cruz con una rosa en el centro. También puede representarse la rosa o la cruz adornadas con símbolos cabalísticos y alquímicos. El símbolo varía dependiendo de la fraternidad en cuestión. Pues bien, algunas de estas variantes se hallan presentes en el Museo ferroviario y en el Pabellón de las Rosas donde Piria ofrecía los almuerzos que incluía en los paquetes de promoción, cuando traía a la gente de la capital para conocer “el balneario del porvenir”. Actualmente se halla en proceso de remodelación. Su estructura -se dice- fue proyectada en la escuela Eiffel de París.

Heliópolis
Y nos llama la atención, más aún, saber que el nombre que Piria había reservado para su ciudad era el de Heliópolis (Ciudad del Sol) que, de acuerdo a la mitología utilizada en alquimia, es el lugar donde renace el ave fénix. Jorge Floriano afirma, que con el mismo método que Fulcanelli empleó en sus libros, logró "leer" en Piriápolis los símbolos alquímicos. Ya hemos visto los del castillo de Piria, la Iglesia o el museo ferroviario pero es que aun hay más en las estatuas, las fuentes, la forma del Argentino Hotel y las ilustraciones de sus vitrales. Tampoco se nos escapa el hecho de que Heliópolis es el nombre de un discreto grupo de alquimistas por donde han desfilado personajes ilustres como Champegne, Swaller, Dujols, Fulcanelli, Eugene Canseillet y según el especialista Julio C. Stelardo el mismísimo Francisco Piria.
Así las cosas, cruzamos la rambla para adentrarnos en el Argentino Hotel. Su director tuvo a bien de obsequiarnos con dos inquietantes libros: El Socialismo Triunfante.
Lo que será mi País dentro de 200 años, de Francisco Piria y Por los tiempos de Francisco Piria, de Luis Martínez Cherro. El primero de ellos nos dejó sin habla por la exactitud del panorama que dibuja de su país mucho antes de que tuvieran lugar los acontecimientos que preconiza. Según el profesor Pablo Dobrinin, a Piria rara vez le interesó la literatura por sí misma, más bien la utilizó como un vehículo para exponer sus ideas bajo tres ejes: el mundo del futuro, la ciencia ficción y la alquimia. Piria, como decimos, imagina un mundo sin fronteras, se adelanta a facilitar con exactitud el mapa político de Uruguay y describir las bondades de la alquimia y los alquimistas.
En este sentido el Argentino Hotel sigue escondiendo claves en su estructura, vitrales y estancias al más puro estilo de las catedrales góticas. Estamos frente al que fuera en 1930 el más suntuoso establecimiento hotelero de América del Sur. Basta decir que todo su equipamiento fue calculado hasta el año 2000, teniendo en cuenta roturas y robos. Curioso, ¿verdad?

Parque Municipal "La Cascada"
Muy cerca de allí empieza la ruta mística para peregrinos. Siete paradas propuestas por Piria para sentir las energías de Heliópolis y que halla su máxima expresión en el Parque Municipal "La Cascada". Se accede a él por la Ruta 3, cruzando el puente desde la Avenida Artigas. Allí, rodeada por un pequeño bosque se halla la cascada que da nombre al parque, un salto de agua de 5 metros que proporciona iones negativos a muchos de los que se acercan al lugar para hacer meditación.
Y es que, a las virtudes de este marco natural cabe añadir lo que Piria hizo construir, como la fuente del Toro, en el cerro del mismo nombre.
Está colocada en medio de un espeso bosque donde se confunden las especies autóctonas con las foráneas. Una explanada en forma de herradura rodeada de barandas y escalinatas conducen hasta "El Toro", una escultura en bronce de tamaño natural que pesa aproximadamente tres toneladas. Fue traída expresamente desde París por Francisco Piria, para completar así la trilogía de fuentes ideadas por él.
Por la boca de "El Toro" brota un chorro de agua mineral que rellena un espacio concebido para estar sentado, mientras mojamos nuestros pies en el agua pero, para nuestra decepción, estaba seco cuando llegamos.
Emocionados, cada uno de nosotros subió por las escaleras que rodean la fuente, uno por cada lado y contando en voz alta los escalones: ¡Treinta y tres! –exclamamos desde la cima. Y es que Piria calculó hasta el mínimo detalle para quienes fueran capaces de descifrar sus claves. Una vez allí se puede subir hasta la cumbre del cerro del Toro desde donde tendremos una hermosa vista del balneario. Esta cima fue para algunos historiadores cementerio de los indios charrúas y para muchos geólogos constituye el cráter de un volcán extinguido.

Tres fuentes transformadoras
Lo usual, sin embargo, es empezar el recorrido por la imagen de Stella Maris, obra de un artista milanés, Capo Laboro, que fue traída desde Italia. Es una Piedra Fundamental de la ciudad, ubicada en la falda del cerro que domina la bahía, protegiendo a los pescadores. A sus pies tuvo lugar la primera misa católica de la ciudad.
La imagen original era de terracota pero, lamentablemente, fue destruida a balazos, por lo que fue necesario sustituirla por otra de hierro fundido. Ambas, no obstante, presentan una singular característica.
Si se observada desde el mar distinguimos claramente la imagen de la virgen de los pescadores pero, vista de espaldas, se trata de la figura de Jesús. ¿Una virgen hermafrodita, o es que Piria pretendía esconder el concepto de dualidad, de lo masculino y lo femenino?
A los pies de esta imagen se halla la Gruta de la Fuente, de la que brota agua mineral bicarbonatada sódica sólo comparable con la de la fuente Vals-Les-Bains, de Francia.
A la del Toro y la de la virgen de los pescadores, hay que añadir la tercera de las fuentes de Piria: La fuente de Venus.
Destaca por ser una réplica exacta del templo griego existente en la famosa Villa Paravicini, en Italia, u otra igual en Versailles. Del cántaro que sostiene la diosa griega surge un cristalino chorro de agua natural.
Hasta la fuente de Venus puede llegarse tomando la Avenida de Mayo y el empalme con la carretera que une a Piriápolis con Punta del Este.
Estas son algunas de las claves esotéricas escondidas por un hombre que quiso inmortalizar su proyecto alquímico en una ciudad y al ser humano en un elemento de transformación gracias a las energías de una metrópoli.
Realizamos una última mirada desde el aire, a bordo del moderno helicóptero de las Fuerzas Aéreas. Desde este lugar privilegiado observamos la cruz del Pan de Azúcar, realizada por los arquitectos Alberico Izzola (hijo de Adela Piria) y de De Armas pero somos incapaces en la cabina de distinguir algo que nos contaron: si unimos con una línea los puntos donde se encuentran los principales símbolos, podríamos apreciar una reproducción de la constelación de Acuario. Algo que en el mapa, resulta de lo más convincente

Publicado en nuestra edición número 2 de diciembre 2009


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