A los pies de Montserrat, un complejo de descanso y ocio enológico espera a todo el que esté dispuesto a disfrutar de cada momento como si fuera único. Con la gran “excusa” del vino, se ha creado cerca de Masquefa, un resort para vivir y sentir la vida alrededor de los viñedos.

A media hora de Barcelona, en el término municipal de Masquefa, existe un lugar donde disfrutar del más sereno descanso. Nos referimos al Wine Resort, Can Bonastre, que nos ofrece una completa oferta, en la que el principal “plato” es el cliente que se hospeda en ese lugar.

La historia
Hablamos de una gran finca del siglo XVI, cuyo origen no se conoce con certeza, que comenzó siendo una bodega vitivinícola a la que la actual familia propietaria, la Vallès, decidió darle una vuelta más. A la bella historia del vino se le ha vestido de gala y además se ofrece una completa posibilidad de disfrutar del relax y el mundo enológico a partes iguales.
Después de una completa remodelación de sus instalaciones en 2007, Can Bonastre Wine Resort ha conseguido “maridar” los estilos más vanguardistas con las arquitecturas típicas originales, que recuerdan el pasado de esta explotación agrícola. Los suelos son transparentes, por ello se nos permite pasear por aquellos siglos llenos de tinajas que guardaban el trigo y el vino. Paredes de madera y piedra, que ofrecen la calidez de un entorno abrazado por las faldas del Montserrat, en las que todas y cada una de las doce habitaciones que poseen, han sido diseñadas como un ente único. Modernas y minimalistas, ofrecen al huésped todas las comodidades que puedan imaginarse en un espacio creado exclusivamente para soñar, divertirse y sobre todo disfrutar del arte de vivir.

Naturaleza viva
Su magnífico compromiso con la naturaleza, les ha llevado, en esta nueva etapa, ha aprovechar los recursos naturales que tiene la zona y crear nuevas alternativas energéticas y de autoabastecimiento. Con una capacidad de almacenaje de cuatro millones de litros de agua, las lluvias y el reciclaje de aguas residuales domésticas se han convertido en fuente de riego para todos los alrededores. Luego, placas solares instaladas en las bodegas, han sido las que están posibilitando que el 50% de la energía proporcionada en el Spá sea natural, una gran apuesta por el entorno. Una naturaleza que no sólo ha de disfrutarse, sino que hay que conservar para poder disfrutar de alguna de las actividades que nos ofrecen; vuelos en helicóptero, en globo, paseos a caballo o en algún coche de alta gama…catas de vino, maridajes, masajes en el Acbua de estilo indiscutiblemente asiático ya sea tailandés o shiatsu.
Todo ello orientado, tal vez, a que cuando nuestro estómago esté pidiendo algo para no sólo calmar el alma, aparezcamos por el restaurante cuyo nombre, Tribia, es dedicado a una variedad de uva usada en el Medievo en Cataluña.
En él, encontraremos una cocina tradicional que se basa en respetar la temporalidad de los productos, a la vez que su chef, Víctor Gómez, reinterpreta algunas recetas ancestrales para no perder el toque moderno, siempre escondido en algún rincón de la finca. Toques que son coronados, con la exclusividad de ser los únicos que pueden saborear el aceite de oliva arbequina Na Joana y el cava Tribia Rosé, por ser clientes de Can Bonastre. Una apuesta segura hacia el disfrute de los cinco sentidos, de la presentación de los platos por la vista, el olor por el olfato, el oído al sentir como llegan esos platos, tacto al tomarlo entre las manos y el gusto de meterse esas delicias y disfrutar de todo el sabor.
Tampoco hay que olvidarse de dar a los clientes la oportunidad de tomar algo con más informalidad, en su edificio anexo, en el Food&Cups. Una ligero tentempié, una copa de vino, un refresco, quizás sólo sentarse a tomar un café…rincones no faltaran, cuando por la noche paseemos por sus alrededores y la decoración exterior nos transporte a esos lugares de ensueño, gracias a sus luces y sombras, siempre abrigados por el manto de las vides y los observadores ojos del Montserrat.

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