El examen de 350 huesos y fragmentos encontrados en dos ataúdes de la tumba real excavada en Anfípolis (Grecia), realizado por un equipo de la Investigación Arte-Antropológica de las excavaciones de Vergina (Grecia), reveló patologías y traumas físicos que ayudaron a identificarlos, como pertenecientes a Filipo II, padre de Alejandro Magno y su hija Athea. La tomografía computerizada (de fluorescencia de rayos X y de microscopia electrónica de barrido) detectó un trauma facial en uno de los individuos enterrados que coincide con el de la flecha que dejo ciego al rey Filipo II en el año 354 AC, según explica el jefe del equipo de investigación, Theodore Antikas. El cuerpo también contaba con varios golpes y heridas que el rey macedonio sufrió en numerosas batallas, según los relatos históricos. Los arqueólogos indican que junto con los restos incinerados de Filipo II el entierro también contenía los huesos de una mujer guerrera, posiblemente la hija del Rey Skythian, Athea. De acuerdo con los investigadores, el complejo funerario descubierto por el arqueólogo griego Manolis Andronikos a finales de los 70 consistía de tres tumbas diferentes. La llamada Tumba I, que había sido saqueada, contenía solo una pintura mural de la Violación de Persephone junto con algunos restos humanos fragmentarios. La Tumba II, que ha llegado a nuestros días en buen estado, conservaba los huesos de Filipo II, los de la citada mujer y diferentes ajuares funerarios, entre ellos los vasos de plata y bronce, coronas de oro, armas y armaduras. Por su parte, la Tumba III contenía una urna funeraria de plata que contenía los restos de un adolescente y una serie de vasijas de plata y relieves de marfil.
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