Los 32 rumbos - revista on line de viajes
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Escapadas / Alemania
Bremen y Bremerhaven
Amor por la cultura
Situada al Noroeste de Alemania, la ciudad de los célebres músicos de Bremen se nos presenta con múltiples facetas. Una urbe en la que convergen historia, tradición, alta tecnología, ciencias y astronáutica, ofreciendo una nueva imagen de trazo completamente innovador, en la que no falta la diversión
Texto: Josep Guijarro Fotos: Josep Guijarro

Al atardecer, desde el aire, el río Weser se dibuja en el paisaje como una serpiente dorada que recorre un frondoso valle donde el color dominante es el verde. Y es que la ciudad libre hanseática de Bremen, al noroeste de Alemania, conocida hoy por su poderosa industria aeronáutica y naval, por ser ciudad de las ciencias, está rodeada de verde por todos lados; de los campos de cultivo, de álamos y plataneros, de castaños y rodorendros.
A finales de octubre la nieve ya había hecho acto de presencia en muchas ciudades alemanas pero respetaba aún a Bremen y su zona portuaria: Bremerhaven, que dista de la primera 60 kilómetros. La comunicación entre estos dos puntos era -y sigue siendo- el río Weser, auténtica arteria comercial y económica pero, también, nexo cultural y de estilos de vida.

Escapada cultural
Armado contra el frío, encamino mis pasos al Old Town, la ciudad vieja de Bremen. Me fascina comprobar como no queda ningún rastro visible de los 173 acuciantes bombardeos que sufrió la ciudad durante la II Guerra Mundial. Las fuerzas aliadas arrojaron la friolera de 890.000 bombas y causaron 3.562 víctimas mortales pero, milagrosamente, dejaron indemne su bellísima Markplatz o Plaza del Mercado (declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2004). Eso, al menos, es lo que siento al admirar las fachadas renacentistas que rodean la gigantesca estatua de Rolando, centro de atención de todos los turistas.
Miro a mi alrededor. Busco el icono más representativo de la ciudad y lo localizo frente a la fachada del Rathaus (Ayuntamiento). Allí, semi-ocultos por unos cubos de basura y un camión que descarga cerveza (como se nota que estoy en Alemania) se encuentran los animales protagonistas del cuento de los hermanos Grimm.

Los músicos de Bremen
Son cuatro animales (un burro, un perro, un gato y un gallo), montados uno encima de otro frente a una ventana del Ayuntamiento. Algo que no estuvo exento de polémica. Me explico.
Según el cuento de Jakob Grimm, estos simpáticos animalitos se encuentran después de que cada uno, de forma independiente, haya huido de la casa de sus respectivos dueños al querer ser sacrificados. Juntos ponen rumbo a Bremen y, al anochecer, se encuentran con unos bandidos en la choza en la que haen noche. Con el fin de asustarlos, forman una figura esperpéntica con sus cuerpos, al treparse en la espalda de cada uno de ellos.
Pues bien. Este cuento para niños esconde una segunda lectura pues, cada animal representa una clase social y, si la choza por la que se asoman es la de los ladrones que querían amedrentar... éstos -hoy- están en el Ayuntamiento. Para evitar esa segunda lectura, los universales músicos de Bremen miran hoy al centro de la plaza. Adiós a las suspicacias.
Ah, si te apetece escucharlos acércate hasta uno de los extremos de la Markplatz y echa unas monedas a una tapa de bronce que está en el suelo. Es una "freakada" pero arrancará tu sonrisa.

Una ciudad con historia
A unos pasos de la citada plaza se halla la catedral, un edificio con varios estilos arquitectónicos en el que es tradición buscar un ratoncito esculpido en su interior. A ver si eres capaz de encontrarlo.
Situada en una cripta hallarás la pila bautismal, del año 1220, que es digna de ver. También merece la pena entretenerse a admirar la sillería del siglo XIV o el púlpito de este templo protestante que data de 1638.
Y es que Bremen fue un punto muy importante en la cristianización de la Europa del Norte cuando el emperador Carlomagno (que aparece en uno de los bajorrelieves de la catedral) funda el obispado en el año 787 y, dos años más tarde, dedica el edificio al apóstol Pedro.
Tras la visita cultural nada mejor que pasear por las callejuelas del el barrio
Schnoor – el más antiguo de la ciudad-, y la insólita arquitectura de la tradicional calle Böttcherstraße, donde se dan cita numerosos bares, restaurantes y pequeños hoteles.

De marcha en la Freimarkt
Pero si hay algo que no conviene perderse en otoño es la Freimarkt, la fiesta popular más antigua de la que se tiene noticia, se remonta mil años atrás -siempre con un sentido lúdico-, y la tercera más grande de Alemania.
Dispuesto a disfrutar de la cerveza alemana y de su gastronomía más tradicional acudí a la carpa de Hansezelt con ánimo de mimetizarme en el ambiente. Cientos de personas (entre ellas muchas chicas guapas) se daban cita allí con desigual deshinibición: bailaban, conversaban, comían, bebían y se relacionaban entre sí. Fuera, otra multitud atestaba las atracciones de feria, los puestos de comida rápida o las tómbolas.
No resisto la tentación de subirme al carrusel de las sillas (Karussellfahrt en alemán) pero con la salvedad de que éstas no son para niños. Ascienden hasta los 55 metros de altura, una ocasión única para ver la feria desde lo alto, fotografiarla en un ángulo muy original y, a la vez, sentir algo de emoción y vértigo.
Se calcula que más de cuatro millones de personas desfilan la segunda mitad de octubre por los terrenos del Bürgerweide, cerca del casco antiguo. El punto culminante de este evento es el “gran desfile Freimarkt". No te lo pierdas.
Antes de abandonar esta ciudad cultural y maravillosa, me dejo caer por el restaurante Ratskeller donde tendré ocasión de ver sus históricas bodegas y probar vino con chocolate. Un maridaje tan típico como original y exquisito. Y más con el escenario donde tuvo lugar la cata: En el sancta sanctorum de esta bodega, oculto tras una gruesa puerta de madera y precedida de doce tinajas con el nombre de los apóstoles. Una gozada.

Rumbo a Bremerhaven
Mi siguiente destino es el puerto de Bremen... sí, puerto. En realidad se halla a a 60 kilómetros de Bremen en la desembocadura del río Weser, en el Mar del Norte.
En el firmamento luce el sol por lo que aprovecho para pasear sus zonas más singulares: El Columbus Centre, una copia del hotel de Dubai Burj Al'Arab, desde cuya terraza se disfruta de una panorámica estupenda, los canales (presididos por el Radarturm mit Aussichtsplatfform (una moderna torre de comunicaciones) y el Faro Simon-Loschen.
Bremerhaven es una ciudad para disfrutar de sus modernos museos; vale la pena dedicar una mañana al Museo de la Emigración. Entre 1830 y 1974, más de siete millones de personas emigraron al Nuevo Mundo desde esta ciudad.
También merece una visita concienzuda el flamante Klimahaus 8ºOst, un museo que te aproxima y te conciencia del cambio climático haciendo un recorrido por el meridiano 8 que cruza Suiza, Italia, Camerún, Antártida, Samoa y, por supuesto, Bremerhaven. Desde junio pasado han desfilado por esta moderna instalación más de 350.000 personas.
Para finalizar el recorrido por el puerto pesquero más importante de Europa, nada mejor que degustar sus exquisitos pescados a bordo de un barco en el puerto. Un viejo galeón, acondicionado como restaurante, fue el colofón de unos días de emociones auténticas.


Reportaje publicado en nuestra edición número 6, de junio 2010. http://www.los32rumbos.com
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