Los 32 rumbos - revista on line de viajes
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Viaje cultural / Turquía
Estambul
Pasión por Turquía
Estambul es una ciudad única porque se asienta sobre dos continentes: Asia y Europa, separados por el estrecho del Bósforo. Sede de tres imperios (bizancio, constantinopla y el otomano) posee todos los ingredientes para el viajero más exigente; desde los monumentos más impresionantes de estas tres culturas, rica gastronomía y novedosos locales y oferta de ocio.
Texto: Josep Guijarro Fotos: Josep Guijarro

Entre Estambul y yo nació hace años un amor a primera vista. Llegué con las últimas luces del día y, entonces, el cielo adquirió un tono añil muy especial en el que se recortaban los minaretes de las mezquitas de la ciudad y sobresalían las amarillentas murallas de Constantinopla. Como amante de la Historia que soy, aquella imagen quedó retenida en mi memoria para siempre jamás. Por eso, cuando ahora tuve oportunidad de regresar a esta gigantesca urbe de cerca de quince millones de habitantes, no lo dudé ni un momento: viviría mi pasión turca con más intensidad si cabe, sobretodo porque en esta ocasión una bella mujer se había comprometido a descubrirme los rincones más desconocidos de esta gran urbe.
En efecto, según mi amiga Yumn, existe otro Estambul que no tiene que ver con la Mezquita Azul, con Santa Sophia, con el Gran Bazar o la Torre Galata, se trata del Estambul más moderno y cosmopolita, lleno de rincones bohemios, y locales trendy...
Yumn, en turco, significa buena fortuna. Y a buena fe que la transmite. Es una mujer joven y guapa, de pelo negro y largo, muy femenina y poseedora de sonrisa transparente y contagiosa. Luce pantalón ajustado y calzado con tacón. Como el 98% de quienes viven aquí es musulmana, pero pronto me advierte que no practica ninguna religión. Suspiro aliviado. No es un caso aislado, aunque a muchos no deja de sorprenderles que, pese a formar parte de un país islámico, en Estambul la mayoría de mujeres vistan occidentalizadas y los locales sirvan alcohol; cerveza turca (riquísima Efeso, por cierto) y vinos rojos y blancos, comunes junto al raki (una bebida alcohólica con sabor a anís que al mezclarlo con agua se vuelve de color blanco).
Nos hemos citado en un parque público conocido como Taksim Gezi Park, frente al Hotel Gezi Bosphorus que es el lugar donde me hospedo. Antes, aquí vivían marineros, prostitutas y comerciantes europeos. Hoy, sin embargo, es uno de los espacios de ocio de la ciudad, donde viven y se divierten los turcos.
Camino hacia la plaza Taksim, la zona más moderna del otro lado del Cuerno de Oro. Se podría decir que aquí radica el barrio gay, pero también es una zona de marcha, con muchos restaurantes y pubs de moda. Reconozco algunos puestos donde se venden castañas, otros que ofrecen mejillones rellenos de arroz (muy típicos), así como modernas cafeterías.

De lo más trendy a lo tradicional
Ponemos rumbo a la calle Istiklal, donde la multitud se confunde entre los raíles de un nostálgico tranvía de vagones antiguos. Aquí los comercios no son como el Gran Bazar, son modernos, como lo son, también, los supermercados, las cadenas de comida rápida y los cafés. Los amantes del glamour y los ambientes exclusivos, encontrarán en escondidos en esta calle algunos restaurantes muy especiales. Yumn ha reservado mesa en el Istanbul 360. No hay cartel ni indicación, sólo un portal de una vivienda. Entramos en el ascensor y subimos al último piso. Entonces descubro un restaurante de estética chill out, dotado de una increíble terraza con vistas panorámicas de 360 grados. El Istanbul 360 se transforma durante el fin de semana en un club nocturno con música en vivo y DJ’s que pinchan una mezcla de electrónica y funk. La entrada es libre, pero no está garantizada. No dejes de probar sus cócteles.
Y si la noche no defraudó mucho menos el día. El sol se dejó ver temprano tras los cristales del hotel regalándome un amanecer con el Bósforo como telón de fondo. Yumn ha previsto un día de mucho trabajo.
Es todo un clásico pero uno no puede visitar esta ciudad sin dejarse caer por la Mezquita Azul, construida por Sultán Ahmet I en el siglo XVII.
Allí nos citamos con Murat Ozmal, nuestro guía turístico. No hay nada como visitar los lugares conociendo sus anécdotas e historias más secretas y Murat es un auténtico experto. Así supe que el monumento más antiguo de Estambul se halla, precisamente, frente a la entrada de la emblemática mezquita. Se trata del Obelisco de Teodosio tallado en Egipto en el 1479 a. C. y colocado en el templo de Amón-Ra, en Karnak. Después el emperador lo trajo a la ciudad donde se erige junto a una columna serpentina del templo de Apolo, en Delfos, y la llamada Columna de Constantino, que resume muy bien el deseo del de este emperador por convertir esta urbe en una de las más importantes del vasto Imperio Romano.
Juntos admiramos los excepcionales azulejos de iznik que decoran las cúpulas de la Mezquita Azul y sus 260 ventanales alineados en cinco niveles, que permiten una filtración de luz espectacular.
No se queda atrás Santa Sophia, el monumento más esplendoroso del arte bizantino. En su interior son admirables sus mosaicos, hechos a base de vidrios de colores o transparentes sobre hojas de oro, con las que se representaban antiguamente escenas bíblicas.
Aunque hoy en día es tan sólo un museo, para muchos fieles continua siendo un poderoso centro espiritual al que acuden en privado a contemplarla.

Palacio Topkapi
No lejos de allí se extienden los palacios del Topkapi, que reúnen la friolera de 1.5 millones de visitantes anuales. Hacer una fotografía en la que no aparezca nadie es una tarea casi imposible, pero aún así merece la pena visitarlo. Cinco kilómetros de murallas encierran maravillas arquitectónicas y museos.
-“¿Quieres ver la tumba de Alejandro Magno?” -Me espetó Murat.
Mis ojos se abrieron como platos. Yo sabía que la historia de los restos del rey macedonio y el monumento destinado a contenerlos está envuelta en misterio. Tanto es así que el emplazamiento de su tumba y de sus restos son considerados por muchos como el verdadero “grial” de la arqueología.
-”En su búsqueda -expliqué- han figurado arqueólogos notables, como Schliemann, el descubridor de Troya.”
-Pues parte del tesoro de Troya también está aquí. -sentenció Murat.
Penetramos en el Museo Arqueológico y, en efecto, en la planta baja se encuentran algunos túmulos hallados por Osman Hamdi Bey, un arqueólogo de Betsikas, durante una campaña de excavaciones en Sidón (actualmente Saida, en Líbano) durante las cuales dio con el célebre sarcófago de Alejandro Magno, la pieza más destacada del museo.
Tampoco me dejaron indiferentes las piezas y joyas con las que Schliemann vistió a su mujer emulando a la mítica y bella Elena de Troya .

El Gran Bazar
Fascinados, emprendimos un agradable paseo rumbo al Gran Bazar, por una pequeña calle de casas históricas del barrio de Sultanahmet que lleva por nombre sogukçesme. Una de estas casas alojó, curiosamente, a la Reina Sofía en mayo de 2000. Una placa lo recuerda.
El Gran Bazar es el mercado por excelencia de Estambul. Está compuesto por más de 4.000 tiendas tradicionales, organizadas por especialidades y donde no podrás marcharte sin regatear. Aquí adquiriré el exquisito té de manzana, uno de sus productos estrella. Es recomendable dejarte caer, también por el mercado egipcio o Bazar de las especias donde los olores y colores son protagonistas, así como los embutidos, el caviar, el famoso “lukum” e infinidad de delicias turcas.
Siguiendo a la multitud desembocamos frente a la Nueva Mezquita (que es lo que significa Yeni Camii), en el Cuerno de Oro, considerado uno de los mejores puertos naturales del mundo. Según me cuenta Murat, debe su nombre a la cantidad de objetos de valor que los bizantinos sumergieron en sus aguas durante la conquista otomana. Mi guía hace que fije mi atención en unos curiosos puestos de comida cuyas cocinas están situadas a bordo de embarcaciones, mientras cientos de turcos comen en tierra firme. ¡Curioso!
Atravesamos el puente camino de la Torre Galata, una torre de 61 metros de altura, situada encima de la colina del mismo nombre desde la que se domina el Bósforo, el mar de Mármara y el Cuerno de oro. Hoy en día se ha convertido en uno de los puntos más visitados de la ciudad por las vistas panorámicas que ofrece de Estambul, y algunos espectáculos. Con todo, Murat nos recomienda gozar de la danza del vientre en otro lugar emblemático: Kervansaray.

Navegando por el Bósforo
Al día siguiente realizamos otra de las actividades recomendables cuando viajas a Estambul: un crucero por el Bósforo, el estrecho que separa en dos la ciudad y conecta el Mar de Mármara con el Mar Negro, además de separar la parte europea de la asiática.
Embarcamos en el muelle 3 de Eminonu. Yumn me dijo que buscara el que rezaba Bogaz iskelesi. Puntual zarpamos para recorrer durante una hora las aguas del Bósforo, regalándonos un espléndido paisaje y el contraste entre las casas adineradas y las más sencillas. Desde aquí se disfruta de una perspectiva muy especial del palacio de Beylerbeyi, concebido inicialmente como un jardín de recreo de un sultán del siglo XVII, o de la bella mezquita de Ortaköy Camii, a orillas del mar. También tengo oportunidad de contemplar la diminuta Torre de Leandro empleada como centro de cuarentena durante una epidemia, como faro y como puesto de aduanas; pero ahora es un restaurante y un club nocturno.
A bordo disfruto de un agradable te de Rosas, mientras Yumn mira el paisaje desde la cubierta. Es una sensación fantástica.
De regreso al hotel pasaremos por el moderno Estambul, los gigantescos rascacielos y modernas construcciones contrastan con las casas de colores y edificios antiguos. Destacan la Sapphire Tower con sus 261 metros, o el Is Bankasi Tower 1que acredita 181 metros.
En ese contexto de modernidad hay que situar, también, los nuevos comercios que se están desarrollando en ámbitos como la moda, la decoración o las primeras marcas internacionales.
La noche terminaría en una cena muy especial, en Suda Kebap, un restaurante situado en la isla de Galatasaray, en medio del Bósforo.
Para llegar a él dispones de una pequeña embarcación que proporciona el mismo establecimiento, donde pude degustar sopas,entremeses tipicos, findik lahmacun (que es una pizza turca pequeña), ensaladas y por supuesto, muchas variedades de kebap.
El viaje toca a su fin, y aún restan muchas cosas pendientes en mi cuaderno; hay dos que me parecen ineludibles, la mezquita de Suleiman el magnífico y la pequeña iglesia de San Salvador de Chora, considerada uno de los más bellos ejemplos de iglesia bizantina que pueda contemplarse en la actualidad. De esta última me impresionaron sobremanera sus mosaicos dorados, situados en el nártex exterior.
Muy cerca de allí, curiosamente junto a un cementerio, se encuentra un concurrido café que dispone de unas vistas asombrosas. Me refiero al Pierre Loti Café, cuyo nombre evoca al famoso escritor francés que, según cuentan, venía aquí a inspirarse. No es para menos, este es un lugar mágico con vistas increíbles y un té delicioso. Un lugar para enamorarme de nuevo de esta ciudad de culturas, estilos y modas tan dispares.


Reportaje publicado en nuestra edición número 22, de Junio 2015. http://www.los32rumbos.com
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