Los 32 rumbos - revista on line de viajes
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Viaje cultural / Egipto
Egipto faraónico
Dioses, reyes y tumbas
La tierra de los faraones es uno de los países cuyo glorioso pasado sigue siendo una notable fuente de ingresos. Hasta la Primavera árabe, miles de turistas visitaban Egipto para admirar los restos de esta antigua civilización pero las revueltas parecen haberles alejado por mucho que las autoridades insisten que el país es seguro.
Texto: Josep Guijarro Fotos: Josep Guijarro
El 11 de febrero de 2011 empezaba un nuevo tiempo para Egipto. Frente a las crecientes y multitudinarias protestas que se registraron en El Cairo y otras ciudades egipcias, dentro de lo que se ha dado en llamar la Primavera árabe, el presidente egipcio Hosni Mubarak tuvo que dejar el poder después de haber gobernado con mano de hierro durante los últimos treinta años.
La salida del dictador fue saludada por gran parte del mundo como un paso que podía conducir hacia un orden más justo y democrático en Egipto y, por extensión, al resto del mundo árabe... aunque no todos lo vieron igual. Entre las voces disidentes se halla el patriarca copto Antonios Naguib para quien el sueño de ver a cristianos y musulmanes celebrar juntos la nueva etapa política “duró poco” ya que prevé un avance muy importante de los grupos salafistas y de los Hermanos Musulmanes.
Y mientras las elecciones de este noviembre constituyen un nuevo gobierno y dibujan una línea clara de futuro, los turistas han dejado de acudir en masa al país de los faraones. En las pirámides de Gizá, la atracción turística más popular del país, no había en abril un solo turista occidental a la hora de la puesta de Sol, cuando se trata de uno de los principales enclaves y del momento del año ideal para visitar la región.
A la situación actual no han ayudado en absoluto los disturbios entre coptos y militares que causaron decenas de muertos a principios de octubre y que han supuesto nuevas cancelaciones.
No recuerdo que haya entrado un solo turista a mi negocio recientemente. –asegura Omar Mohamed Saed, propietario de un tienda de vende objetos de cobre en Khan el-Khalili-. El levantamiento nos mató.”
Desde las pirámides de Gizá a los centros turísticos del Mar Rojo, la cantidad de turistas ha caído espectacularmente, lo que ha significado un golpe devastador para los millones de egipcios cuyos sustentos dependen de los aproximadamente 14 millones de visitantes que acudían al país.
La revolución es buena, pero dolorosa. –declara Saed, de 33 años- El país ya estaba en apuros antes del levantamiento. El número de turistas occidentales había disminuido debido a la crisis financiera global”.
Las autoridades y los expertos en turismo insisten en que es seguro visitar Egipto. El país africano ya ha pasado por lo peor y en estos momentos se trata de un destino completamente tranquilo, además de constituirse en una opción muy económica.

Entre dioses, reyes y tumbas
Es, por tanto, una buena opotunidad para volver a dejarnos seducir por la magia de los faraones, por el extraordinario poder que envuelve a las pirámides y las tumbas de los reyes-dioses del Antiguo Egipto.
Los sepulcros donde reposan los líderes suelen revestir una apariencia tan poderosa como lo fuera en vida la dimensión del personaje. Basta echar un vistazo al mausoleo de Lenin, la tumba del vietnamita Ho Chi Minh o la del icono revolucionario Che Guevara. Y es que los mausoleos de grandes líderes son, más que tumbas que cobijan sus restos una representación a la medida del propio régimen o del sistema político del fallecido. Una foto fija ante la historia.
Antes de que el arquitecto del faraón Zóser erigiera la primera pirámide de Egipto durante la III dinastía, los antiguos habitantes del valle del Nilo enterraban a sus reyes y a sus nobles en mastabas. Se trata de estructuras rectangulares de ladrillo que cubrían una cámara funeraria excabada en el subsuelo.
Un ejemplo paradigmático de estos enterramientos se halla en la necrópolis de Saqqara, a unos 30 Km. de El Cairo. Las agencias suelen ofrecer esta excursión por unos 45$ pero es muy fácil acercarse en taxi y moverte por tu cuenta. Allí tendrás ocasión de visitar una de las tumbas privadas más grandes de todo el Imperio Antiguo, la del visir Mereruka, yerno del faraón Teti, cuya pirámide se erige a pocos metros. El sepulcro ocupa una extensión de casi mil metros cuadrados y mide 40 metros de largo por 24 de ancho.
Al acomodar la vista a la penumbra distingo que las puertas y las paredes de la mastaba están decoradas con pinturas sobre un enlucido de estuco o con bajorrelieves pintados con colores vivos. Destaca en especial la “sala de los seis pilares” donde contemplo una estatua del difunto ubicada en un nicho. En esta sala se conserva en estado casi perfecto los títulos de Mereruka grabados en la roca.

La Misteriosa pirámide de Teti
Todo lo contrario puede decirse de la pirámide de su suegro, el faraón Teti, cuyo exterior está en ruinas. Con todo, la visita a su interior merece la pena. Desciendo por un angosto pasadizo de 15 metros y luego recorro otros 20 metros más de pasajes de metro y medio de altura para llegar a las cámaras interiores que terminan en una habitación de 3 por 7 metros con un techo estelado .
En la cámara funeraria se encuentra un enorme sarcófago de alabastro repleto de inscripciones y con su pesada tapa rota. ¿Cómo pudo ser introducido aquí? Forzosamente tuvo que entrar por el techo de la cámara funeraria y, posteriormente, cubierto por las bóvedas esteladas. Unos techos de estrellas que también figuran en la tumba de Unas.

La pirámide escalonada de Zóser
Pero uno de los reclamos más importantes de la necrópolis de Saqqara es la llamada pirámide escalonada del faraón Zóser, que significa literalmente “el sublime”. Para comprender mejor su importancia acudo primero al Museo Imhotep inaugurado en 2006. Este equipaiento es la materialización del sueño del arqueólogo francés Jean Phillippe Lauer que fue invitado en 1924 por el Servicio de Antigüedades de Egipto para estudiar el complejo funerario de este faraón de la III Dinastía. En el centro interpretativo se exponen aproximadamente unas 300 piezas arqueológicas dispuestas en seis espacios distintos, aunque cabe destacar la estatuilla de Imhotep, arquitecto y médico del rey Zóser y patrón de los escribas en época ramésida. Viste la larga falda característica de los sacerdotes y sobre la cabeza el gorro del dios Ptah. Sobre las rodillas sostiene un rollo de papiro desplegado que sujeta con ambas manos. Imhotep fue portador del sello del rey del Bajo Egipto, administrador del palacio, príncipe hereditario, sumo sacerdote de Heliópolis, maestro artesano de los escultores y albañiles...
Adorado como un dios, Imhotep erigió la primera pirámide hacia el 2650 a. C. Su construcción precisó de la extracción, transporte y montaje de miles de toneladas de piedra caliza, un desafío considerable ya que nunca se había utilizado en grandes construcciones, para las que se usaban hasta entonces ladrillos de adobe, fáciles de hacer y más baratos.
Las seis mastabas superpuestas alcanzan una altura de 59 metros y una base de 123,5 por 107 m. frente a la que te sientes diminuto. ¿Qué alentó a los hombres de la Edad del Bronce a erigir colosales tumbas? ¿Para qué tanto esfuerzo?
Las preguntas siguen atenazando no sólo a los amantes de la arqueología sino a los mismo expertos. El complejo de Saqqara no es sólo la pirámide, incluye unas 15 hectáreas. Junto a la muralla este, por ejemplo, se extiende el templo de las tres columnas acanaladas, o algo más lejos, al Norte, el Serapeum de Saqqara, donde se enterraron los sagrados toros Apis, una atracción que a día de hoy sigue cerrada al público.

La espectacular meseta de Gizá
Tras visitar una escuela taller de tapices y alfombras con telares tradicionales, ubicada en los alrededores de Saqqara, junto a un frondoso palmeral en medio del desierto, me encamino a la meseta de Gizá, una de las principales atracciones del país.
Cuando me planto frente al edificio más grande que jamás haya construido el hombre me sobrecojo. Sus seis millones de toneladas contienen más mamposteria que el conjunto de catedrales, iglesias y capillas erigidas en Europa durante la Edad Media. Cuanto más la contemplo, más me doy cuenta del refinamiento y complejidad de la arquitectura desarrollada por sus constructores sobretodo cuando considero que en el resto del mundo, por la misma época, sólo se erigían menhires y dólmenes. No es extraño que muchos, como Erich von Däniken, hayan querido imaginar instructores extraterrestres para acometer tamaña empresa. E imagino como pudo ser esta construcción en tiempos de Keops, antes de que fuera privada de su liso revestimiento para construir con sus piedras carreteras y casas en El Cairo.
Los especialistas coinciden al afirmar que se trata de una obra destinada a albergar los restos del mencionado faraón Keops pese a que jamás se ha encontrado ninguna momia en su interior y que el único cartucho con el nombre de este rey de la Cuarta dinastía, fue descubierto por Howard Vyse, un coronel retirado del ejército británico ansioso de fama, en en la última cámara de descarga de la pirámide. Resulta extraño que la Gran Pirámide no contenga una sola inscripción en su interior salvo ésta. Fue el doctor Samuel Birch, especialista en jeroglíficos, quien dio la primera voz de alarma, al extrañarse de que el cartucho estuviese escrito en caracteres semihieráticos, un tipo de escritura de jeroglíficos que no existían aún en la época del Imperio Antiguo.

El enigma de la Esfinge
Tampoco hay consenso en lo que se refiere a la esfinge, una gigantesca escultura cincelada sobre la roca que posee cuerpo de león y el rostro de un faraón. Mientras unos aseguran que se trata del faraón Kefrén, cuya pirámide se yergue detrás con su característico casquete, otros amparándose en estudios fisionómicos, se inclinan por Keops.
La única inscripción que aparece en la esfinge es la denominada “estela del sueño”, se trata de un muro de granito de 2´15 m. donde el faraón Tutmosis IV (1401-1391 a.C.) menciona que la desenterró después de que la esfinge le prometiera el trono, en un sueño, si la liberaba de las arenas del desierto. Y es importante esta inscripción porque, salvo la cabeza, el cuerpo de caliza de la esfinge está tremendamente erosionado. ¿Cómo es posible si estuvo entarrada durante siglos? Para acabarlo de complicar, geólogos como Robert Schoch aseguran que una erosión así sólo pudo producirse por ¡efecto del agua! y, por tanto, la esfinge, como la Gran Pirámide serían monumentos antidiluvianos de una antigua civilización de la que hemos perdido la memoria.
Estas sensaciones y preguntas sólo pueden experimentarse delante de un lugar mágico y evocador como Egipto para el que ha nacido un nuevo tiempo. Disfrutémoslo.


Reportaje publicado en nuestra edición número 29, de Enero 2012. http://www.los32rumbos.com
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