Un viaje es como el matrimonio. Uno se equivoca si piensa que tiene todo controlado. John Steinbeck
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Escapadas / Francia
Cuevas cátaras
Viaje al centro de la Tierra

Uno de los grandes atractivos del sur de Francia se halla bajo tierra. Siente la sensación que experimentaría el protagonista de la famosa novela de Julio Verne y penetra en el mundo subterráneo donde te esperan sombras, formas y colores únicos.

Texto: Josep Guijarro Fotos: Agencias


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febrero 2010 0 Comentarios

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El a
tractivo del País Cátaro no sólo reside en su superficie sino, también, en su interior. El subsuelo del Languedoc-Roussillon, por ejemplo, es un auténtico laberinto de cuevas y grutas que constituye uno de los paisajes subterráneos más interesantes de toda Francia.
Pero no te preocupes, no es necesario añadir en el equipaje tu particular hilo de Ariadna. La mayoría de estos subterráneos disponen de guías turísticos y de itinerarios perfectamente señalizados. Sólo en el Languedoc están abiertas al público unas quince cuevas y su visita constituye un regalo para los sentidos.
Estas grutas son un despliegue de formas extraordinarias, de colores sorprendentes, de angostas galerías y salas inmensas que evocan a menudo imágenes asombrosas. Este es el caso de los denominados cien mil soldados de la gruta de Trabuc, o la Medusa de la gruta de Clamouse. En el interior de este universo mineral, surge de cuando en cuando un lago o un río.
El visitante puede recorrer con facilidad los laberintos de vestíbulos y galerías provistos de escaleras, así como los pasadizos iluminados con luces difusas.

Grutas con sentido mágico
Otras cuevas tienen un sentido mágico o trascendente y fueron utilizadas por los cátaros durante la Edad Media. Es el caso de la cueva de Bethléem. Aún mantengo vivo el recuerdo de mi primera visita al lugar acompañado del murmullo del río. El Ariège discurre allí con sus aguas cristalinas en medio de un paisaje frondoso y verde. Atrás había quedado Ornolach, una pequeña villa de montaña conocida por sus aguas termales, vecina a los valles de Andorra, que fue explorada durante la II Guerra Mundial por el oberstrumbahnfurer de las siniestras S.S alemanas, Otto Rahn. Este misterioso personaje había iniciado en 1943, la búsqueda de una reliquia sagrada por aquellas tierras: el Santo Grial, la copa utilizada por Cristo durante la última cena.
Frente a la caverna se extendía un pequeño muro de piedras rematado por una puerta de madera. La pared no tenía más de un metro de altura y, saltaba a la vista, no tenía ninguna función defensiva era, más bien, un límite simbólico.
Una vez en el interior distinguí, cincelado en una de las paredes, un enorme pentágono en el que cabía una persona y, frente a él, un enorme bloque de piedra que, a modo de ara o altar natural, presidía la estancia. Mi mirada recorrió curiosa hasta el último rincón de aquella caverna hasta advertir un pequeño orificio en la pared opuesta a la figura geométrica desde donde se divisan las ruinas de un castillo.
Pero lo más curioso de Bethléem es su secreto. Imperceptibles al ojo se distribuían por aquella estancia natural diversos frescos que nadie se ha atrevido a datar. Bastó un paño bien húmedo para que, al contacto con el agua, las paredes de la caverna mostraran líneas, trazos y signos desconocidos. Cruces, báculos e, incluso un esquema del famoso consolamentum un sacramento administrado por los obispos cátaros antes de morir, advertían que los herejes habían utilizado la caverna con algún propósito desconocido.

La gruta más grande de Europa
Algo parecido ocurre con la cueva de Lombrives, donde hallaremos miles de inscripciones grabadas en las paredes, entre ellas, 111 símbolos misteriosos: rosas, rosetones, crismones, pentáculos, que fueron dejados allí por los herejes cátaros.
Está situada en Ussat-les-Bains, entre los valles de Vicdessos y el Ariège, al sur de Tarascón. Compuesta por centenares de grutas distintas, algunas de dimensiones colosales, Lombrives sobrecoge por sus espectaculares salas, como la llamada Catedral que posee un volumen equivalente a Notre Dame de Paris. Este enjambre de cavidades sorprende al visitante por la variedad de sus paisajes subterráneos.
Lombrives es la gruta abierta al público más grande de Europa (así se inscribe, al menos, en el Libro Guinness de los récords). Se caracteriza -como digo- por la inmensidad de sus salas que sirvieron de refugio alternativamente a cátaros, católicos, hugonotes e, incluso, a los nobles durante la revolución francesa. Se organizan hasta 25 visitas diferentes en tres circuitos con actividades y espectáculos. Para facilitar el acceso al lugar dispones de un pequeño tren que llega hasta la cueva y de una embarcación que te permite navegar por su lago interior.
Uno siente la sensación de viajar al centro de la Tierra, emulando las aventuras del protagonista de la novela de Julio Verne que, aseguran, se inspiró en los paisajes del entorno –concretamente el monte Le Bugarach- para forjar su mítica novela Viaje al centro de la Tierra.

Agua y cal
Otras no llegan muy lejos pero son igualmente espectaculares o singularmente misteriosas. Es el caso de la cueva de Fontestorbes, camino de Montségur. Se trata de un manantial único en su género cuyas aguas brotan intermitentemente para curiosidad del público que, a menudo, se detiene en alguna de las rutas de a pie, a caballo o en bici o, quizás, en sus vehículos particulares camino del último reducto cátaro. Está situada en el valle de Hers, en el seno de una región calcárea. Durante el verano el fenómeno es espectacular: en 40 minutos se pasa de un caudal de 1,8 metros cúbicos por segundo a prácticamente nada. Tanto es así que cuando la fuente está seca podemos internarnos en la cavidad mientras que cuando el agua brota podemos terminar mojados más allá de la cintura.
Y es que el agua es el particular escultor que, a base de siglos y siglos ha diseñado maravillosas estalactitas y estalagmitas cuyas sombras brotan en lugares como Cabrespina, Canalettes o Trabuc y que nos ayudará a penetrar en las entrañas de una región llena de historia, aventura y espectaculares paisajes.
GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar

Algo más alejado, aunque aún en la región del Languedoc-Roussillon, se halla la gruta de La Cocalière, gruta parcialmente explorada que se extiende a lo largo de 30 kilómetros.

El acceso a la gruta turística se sitúa en el borde de la ruta departamental 904-104 entre Alès (Gard) y Aubenas (Ardèche).
La Cocalière

La visita subterránea esta guiada y comentada a lo largo de todo el trayecto,
de una hora de duración. La temperatura en el interior se mantiene constante a lo largo del año en 14 grados. En La Cocalière descubrirás una cueva viva, es decir
en formación constante. Además de increíbles estalactitas y estalagmitas calcáreas descubrirás tallas y formas diversas como los llamados discos (formaciones circulares). Éstos de la Cocalière están entre los más bellos y más insólitos de toda Francia.
Siempre dentro de la cueva, aunque cerca de la salida, podremos observar excavaciones arqueológicas que muestran objetos y huesos de la era neolítica
y la Edad del Bronce
Desde allí, un pequeño tren, nos trasladará a la recepción por un camino
a través de la Garrigue.

Tel: +33 (0) 466 24 34 74
Precio: 7,50
Abierto de marzo a septiembre

Dónde dormir

Hôtel de la Cité
Place De L’Eglise - Carcassonne
Telf.: +33 4 68 71 98 71
e-mail: reservations@hoteldelacite.com
Ofrece un menú que combina los ingredientes locales más frescos, con innovadoras recetas y una gran atención al detalle

Château des Ducs de Jouyeuse (Couiza)
Rue Allée du Chàteau s/n
Telf.: +33 4 68 74 23 50
e-mail: reception@
chateau-desducs.com.
A parte de habitaciones ambientadas en la edad media podemos degustar una exquisita muestra gastronómica del lugar.

Dónde comer

Château des Ducs de Jouyeuse (Couiza)
Rue Allée du Chàteau s/n
Telf.: +33 4 68 74 23 50
e-mail: reception@
chateau-desducs.com.
A parte de habitaciones ambientadas en la edad media podemos degustar una exquisita muestra gastronómica del lugar.

Más información

Oficina de Turismo de Carcassonne
http://www.tourisme-carcassonne.fr/


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