188, el mismo año que caía Jerusalén, veía la luz el libro que mayor prestigio daría al escritor galo Chrétien de Troyes. Llevaba por título Le roman de Perceval o Le conte del Graal. Pocos lo pudieron leer. A pesar de que los copistas se dieron prisa, fueron los trovadores y juglares quienes se encargaron de su rápida difusión por toda Europa. A la versión de Troyes le seguirían otras; la de Robert de Boron, por ejemplo, o la más extendida, el Parzifal de Wolfram von Eschenbach, que relacionaron la custodia del Grial, la sagrada copa utilizada por Cristo durante la última cena, con la orden de los caballeros templarios. Y todo esto sucedía en el preciso instante en el que Portugal afrontaba el reto de su formación como reino independiente. De hecho, en 1210 estos relatos se traducían al portugués como A Demanda do Santo Graal donde los virtuosos caballeros de la corte del rey Arturo partían en busca del cáliz. Hoy sabemos que esta gesta fue una adaptación hecha por los monjes del Císter, quienes convirtieron una historia de origen pagano en un texto más acorde a los principios de la virtud cristiana y la caballería espiritual. Conviene saber que el abad de Citeaux, Bernardo de Claraval, fue el protector e impulsor de la Orden del Temple y que mantuvo una importante correspondencia con Alfonso I de Portugal, que tenía ascendencia borgoñesa. Templario en Portugal La mítica orden de monjes guerreros, además, jugó un papel importante en Portugal con la reconquista de territorios para los cristianos. Así las cosas, ¿habrían proyectado su simbología y la del Grial a los enclaves templarios que allí establecieron? Tras la disolución de la Orden en 1314 ¿heredaría la Orden de Cristo sus claves iniciáticas? Un Vueling Barcelona-Lisboa puso inicio a nuestra incursión histórica. Empezaba la aventura. Si hay una ciudad templaria en Portugal esta es, sin lugar a dudas, Tomar en el corazón del país vecino. Se trata de la primera villa medieval que nació en el interior de un castillo erigido en 1160 por un curioso personaje: Gualdim Pais. Su estatua se yergue desafiante hoy en la Plaza de la República, mirando a la Iglesia de San Juan y de espaldas al Ayuntamiento y el Convento de Cristo. Es una figura mítica de los templarios portugueses y Gran Maestre de la Orden en el país luso. Iniciado en los misterios templarios en Tierra Santa, estableció estrechos lazos de amistad durante cerca de medio siglo con D. Alfonso Henriques, El Conquistador. Tomar demora poco más de una hora en coche desde Lisboa. Se halla en el distrito de Santarém, en la región Centro del país. Tomamos la E80 para desviarnos después dirección Abrantes por la E806. El día está gris pero el deseo de visitar lugares tan especiales de la geografía e historia portuguesa nos animan a sobrellevar el mal tiempo. Especialmente cuando asoma el primero de nuestros destinos: la iglesia de Santa María del Olival, una pieza clave para entender la espiritualidad templaria. Nos sorprende que el campanario esté fuera del edicifio principal, un magnífico ejemplo del gótico portugués, por cierto. En su interior se hallan las tumbas de veinte maestres templarios del siglo XVI, incluida la de Gualdim Pais (que es muy anterior) cuya lápida está frente por frente a una talla románica de María Magdalena. No podemos eludir pensar en la relación de esta mujer con el mítico Grial, en la línea de lo que sostenían tres autores británicos en El enigma sagrado, un libro que inspiró a Dan Brown para escribir El Código da Vinci, que relacionaba el sagrado cáliz con la descendencia de Cristo... ¿Encontraríamos alguna clave en ese sentido? Por nuestra cabeza rondaba como un sudoku el nombre de la iglesia pues, si bien algunos dicen que guarda relación con un olival próximo, el aceite de olivo está consagrado a la diosa de la sabiduría, Atenea. ¿Era casual? Claro que no, como tampoco lo era la presencia en la fachada de poniente de una estrella de cinco puntas de la que surge una flor con los pétalos abiertos e inscrita en un círculo. Según la tradición popular, desde este templo partía un camino subterráneo hacia el castillo y otro en dirección a la iglesia de Tomar. Hacia esta última encaminamos ahora nuestros pasos.
Tabuleiros Nos acompaña el murmullo del agua. El río Nabão atraviesa el núcleo histórico de Tomar regalándonos imágenes preciosas en cada uno de sus recodos. Ascendemos por la Rua Serpa Pinto hasta la Plaza de la República, de suelo ajedrezado. Desde esta calle se disfruta de una imagen única de la muralla del castillo, Patrimonio de la Humanidad desde 1983 por ser compendio vivo de ocho siglos de historia del arte lusitano. Nos detenemos frente al escaparate situado frente a la oficina de turismo. Allí nos llaman la atención dos maniquís ataviados con trajes regionales que porta (el de la mujer) un un tabuleiro. Con esta denominación se designa una estructura que posee la altura de la mujer que lo portará en la cabeza, y que está compuesto de treinta panes rellenos, en cinco o seis ramas, que parten de una cesta de mimbre coronada por una Paloma, (representación del Espíritu Santo) o la cruz templaria. La Festa dos Tabuleiros tiene lugar en Pentecostés y es uno de los actos más señadados en Tomar (este año se celebrará entre el 8 y el 11 de julio).
San Juan Bautista El edificio más simbólico del casco antiguo es, sin lugar a dudas, la Iglesia de San Juan Bautista, patrono de los templarios. Según algunas tradiciones de Asia Menor, Juan el Bautista era un maestro espiritual, líder de una cofradía de nazarenos descendiente de los esenios. Y esa doctrina gnóstica fue abrazada por los caballeros templarios. Del edificio destaca especialmente su fachada gótica flamígera, posee una sola torre de campanario. El pórtico es de estilo manuelino y, en su interior, hay que detenerse a admirar el púlpito manuelino esculpido en piedra de Ançâ y la colección de retablos quinientistas del maestro Gregório Lopes. Aguardamos a que el sacerdote termine de tomar confesión a una joven. No hay confesionarios, lo hace en un banco, bajo una enorme pintura que muestra a María Magdalena y a la madre de Jesús. Tiene cierto aire herético. Unos minutos más tarde, el cura nos acompañará al sancta sanctorum del templo. Tras unos gruesos barrotes de hierro se esconde el famoso tríptico del Bautismo de Cristo, obra de Quentin de Metzys. Josep empuña su cámara y dispara el objetivo frente a tan sigular obra pictórica.
El castillo templario Dejaremos para el día siguiente la visita al castillo de los templarios, que se erige en la cima de la colina que domina la ciudad. Se trata, seguramente, del más importante enclave de la Orden en la península Ibérica. Aquí radicó una escuela de misterios adaptada a su espacio y a su tiempo. Como explico en mi libro El Tesoro Oculto de los Templarios que la construcción de la fortaleza obedece a las reglas aritméticas de la ciencia hermética. “Su longitud y anchura, por ejemplo, están en proporción de dos a tres, resultando un ángulo de treinta y cuatro grados entre la girola de la capilla octogonal del Convento de Cristo y la torre cuadrangular sudoeste”. Pudimos averiguar que esos 34 grados que dista del Oriente geográfico (33 en América) es denominado el Oriente de San Juan y ahí los templarios orientaban sus construcciones como homenaje secreto al Bautista. Eran genios de la matemática y la astronomía. Mediante una brújula comprobamos como los arcos ojivales de la girola subrayan las direcciones de los puntos cardinales y cómo su bóveda octogonal es un mapa estelar. Así, si invertimos el plano del edificio sobre una carta del cielo, las constelaciones delimitan el edificio. La misma planta del castillo guarda una semejanza providencial con la constelación del Boyero. Entramos en la construcción por la Puerta de Santiago, cruzamos el jardín y penetramos en el claustro del cementerio, destinado a ser panteón de los freires y caballeros de la Orden de Cristo. Nos lo explicaría -después- Iria Caetano, directora del convento. “En 1309, perseguidos y casi extinguidos en media Europa, los templarios se refugian en Portugal y, sobre todo, en Tomar. Don Dinís (ferviente seguidor del espíritu templario) funda ese año la Orden de Cristo” que jugará un importante papel en la época de los grandes descubrimientos náuticos. Por eso la Cruz de Cristo figuraba en las caravelas.
La Orden de Cristo “En 1529 -continua explicando- la Orden de Cristo es reformada y los caballeros se tranforman en monjes contemplativos. Es, entonces, cuando se amplia el convento.” Iria nos invitará a conocer el exponente máximo del Arte Manuelino, es la llamada Janela do Capitulo, un increíble ventanal que mira al Oriente de San Juan con profusión de elementos decorativos; platibandas de cuerpo manuelino y decoración vegetal así como alusiones náuticas. Una joya escultórica. “Tomar -asegura Iria en tono misterioso- nunca fue abandonado hasta 1834 y aún guarda muchas sorpresas.” De hecho, pese a los siglos transcurridos, los trabajos arqueológicos continúan en este enclave. Y termina diciéndonos que “Gualdim Pais estuvo cinco años en Tierra Santa y trajo las técnicas más avanzadas para construir este castillo que, si bien es el más grande, no es el único. Tendríais que ver Almourol o Pombal, por ejemplo.” Le hacemos caso, no sin antes visitar el acueducto de Pegôes construido por el arquitecto italiano Filippo Terzi en 1593 para abastecer de agua el Convento. Seis kilómetros de longitud 180 impresionantes arcos que acrecentan la importancia del Convento de Cristo. ¿Albergaría el último secreto de los templarios?
Rumbo a Almourol Nos dirigimos por carretera hasta la recoleta pero pequeña localidad de Tancos, situada en uno de los márgenes del Tajo, para visitar la fortaleza de Almourol. Se erige en una isla fluvial, en medio del río. Gualdim Pais levantó la fortaleza sobre los restos de una más antigua. De hecho, los orígenes de la ocupación de este lugar son muy antiguos y enigmáticos. Sabemos que en 1129, fecha de la conquista de esto punto por las tropas portuguesas, el castillo recibía el nombre de Almorolan, pero su aspecto actual se lo daría el Gran Maestre templario en 1171. Cumplía funciones defensivas para el control del comercio del aceite, del trigo, de la carne de cerdo, de la fruta y de la madera entre las diferentes regiones del territorio y Lisboa. Hoy es responsabilidad del Ministerio de Defensa Nacional. Si logras entrar busca la placa en latín donde se habla de Gualdim como UT LUCIFER porque ese ángel caído era para los templarios, el dador de luz y conocimiento.
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