Mahashivatree, la fiesta de Shiva Los adoradores de Shiva en Mauricio |
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El nombre de Isla Mauricio evoca paisajes maravillosos, naturaleza salvaje y playas paradisíacas de arena blanca en un mar azul turquesa pero esconde muchos más atractivos. Pocos pueden imaginar que esta isla volcánica deshabitada hasta el siglo XVII esconde tradiciones y misterios que parecen propios de otras latitudes.Texto: Patricia Hervías Fotos: Josep Guijarro |
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Durante este periodo colonial llegaron a Mauricio una gran cantidad de chinos, hindúes o malgaches como mano de obra barata dando lugar, con el paso de los años, a generaciones de mauricianos. Y fue con ellos también con quienes llegó la sega (ver recuadro), la melodía de ritmos africanos más característica de la región. Con todo, cuando el moderno Airbus de Air Mauritius tomó tierra en el aeropuerto internacional y pusimos el pie en este lugar de ensueño, pronto nos sorprendió que, a pesar de estar geográficamente más cerca de África que de la India, la estética del país y la mayoría étnica era la hindú. La tierra de Shiva A bordo del BMW X5 que el lujoso Hotel The Residence había puesto a nuestra disposición para trasladarnos por la isla, cruzamos vastísimas extensiones de caña de azúcar, y pequeñas poblaciones de pescadores con modestos chamizos como viviendas. De repente, a la salida de una curva, la carretera apareció parcialmente bloqueada por una carroza muy colorista y decenas de personas que la portaban. -Son peregrinos que van al Maha Shivaratri –explica Reubén en un francés con acento peculiar- aquí el 52% de la población es hinduista frente al 26% de católicos o el 17% de musulmanes. Supimos después que el Maha Shivaratri es un festival anual dedicado a Shiva, la deidad hindú que representa la destrucción como preparación para la regeneración y, a pesar de hallarnos a nada menos que 3.943 kilómetros del suroeste de la India se vive sorprendentemente con una pasión y devoción increíbles. -Una leyenda asegura que los primeros colonos depositaron agua del Ganges en el lago sagrado y, desde entonces, todos los años durante el mes de febrero, los hiduistas peregrinamos hasta allí para realizar nuestras ofrendas. –precisa Reubén. Cruzamos una mirada cómplice: -¿Por qué no nos llevas hasta ese lugar? El lago sagrado A medida que nos acercamos a los alrededores del lago Ganga Talao, en Grand Bassin, el número de peregrinos y carrozas con figuras de dioses y flores va en aumento. Se calcula que 300.000 peregrinos, vestidos de color blanco, han acudido en procesión al lago sagrado. Algunos han invertido tres largos días en llegar al distrito de Savanne, en el sudoeste de la isla. Por ese motivo, es fácil hallar diseminadas a lo largo de las carreteras, pequeñas tiendas de campaña a modo de puestos de avituallamiento gratuito. Una gran cola de vehículos, policías vigilando cualquier altercado, mujeres vestidas de blanco portando arcos de madera decorados con flores y, los hombres, por el contrario transportando esos carritos con imágenes de sus dioses hindúes… Estamos en plena celebración del Maha Shivaratri. Según cuenta la leyenda, la noche del Dios Shiva, se celebra en este antiguo cráter de un volcán extinguido ya que sus aguas están en contacto directo con las sagradas aguas del río Ganges a través de unos conductos subterráneos que se extienden cerca de 4.000 kilómetros. La tradición se remonta a 1898 cuando Shri Jhummon Giri Gosagne, un hombre religioso (pandit), descubre en medio de la jungla virgen, un lago. Aquel enclave era, según él, el mismo que aparecía en sus sueños místicos que no es otro que el resurgimiento de las aguas sagradas del río Ganges. De ahí procede el nombre de Ganga Talao literalmente estanque del Ganges. Hoy día, en el patio de entrada al templo, una estatua de metal rinde homenaje a este primer peregrino, el pandit Shri Jhummon Giri Gosagne. A sus pies, una placa grabada cuenta la historia de este descubrimiento con una versión más precisa que la proporcionada por nuestro chofer. Un dios poderoso Lo primero que llama la atención en el lago sagrado es la gigantesca estatua de Shiva. Se trata de un dios poderoso, con tres ojos que le permiten ver el pasado, el presente y el futuro. Su piel es de color azul grisáceo a causa de la ingesta continua de los venenos del mundo, él los toma para liberar a sus devas, las deidades hindúes y budistas. Sostiene un gran tridente en el que se representa su triada de destructor, regenerador y creador. De su cabello, nace el sagrado río Ganges por esa razón preside el lago. El Maha Shivaratri se celebra cuando la luna está en su menor expresión, justo antes de la Luna nueva, entre los meses de febrero y marzo. ¿Y por qué está relacionado con la Luna? Pues porque este satélite natural, está relacionado con las mareas. Según cuentan los yoguis, nuestro cuerpo y nuestro cerebro está compuesto fundamentalmente de agua. Por ello, la noche en la que la Luna está en su menor expresión, antes de Luna nueva, esta afecta en menor medida a nuestro poder energético: la mente. Como para los hinduistas la mente es la llave de nuestro estado en el mundo en el que vivimos, nos esclaviza o libera, en esa noche somos algo más libres para acercarnos al Dios Shiva. Y allí es donde comienzan sus ritos para venerar a Shiva, fuente de poder del Universo y la energía vital. En aquel ambiente tan cargado, energéticamente hablando, acercamos nuestros pasos. El lago, rodeado de gente, revestía un color especial con las flores y sobretodo, sus aguas, llenas de ofrendas. La piedra sagrada El día era lluvioso, pero no evitó que los devotos pasearan descalzos por los alrededores para encaminarse a la “Shiva Linga”, la piedra sagrada que representa la gran capacidad creadora de Shiva. Está situada tras las vitrinas del “mandir”, los turistas observan la ceremonia con curiosidad mientras un guía les explica lo que está sucediendo y lo que significa la ceremonia. Después de descalzarnos y tocar la campana, nos decidimos a entrar en silencio y con total respeto al santo de los santos de los hinduistas. Los fieles no parecen molestarse mientras tomamos fotos y siguen con sus oraciones. Fuera, alrededor del lago, una multitud sigue con sus ofrendas y oraciones. Cada peregrino viene hasta aquí por una razón distinta; para formular diferentes peticiones, sanarse, por hallar respuestas trascendentes... Encienden cientos de barras de incienso, vierten leche y frutas; cocos, plátanos y también flores que, a menudo, interceptan monos y peces. En los accesos al lago, en medio de la multitud, es fácil toparse con algún santón que te anuda en la mano un cordón de color rojo para protegerte del mal. La sensación de que te has trasladado a la India es increíble. Los ritos más sagrados se han posado en ese lago que, más tarde, traslada a la gente a uno de sus pequeños templos donde hacen sus ofrendas, toman hojas de un pequeño árbol sagrado al que le echan igualmente leche de coco y pasan ese líquido por su cara. El olor que recorre el sobrecogedor lugar es indescriptible, pero lo más sorprendente es la devoción y felicidad con la que los peregrinos intentan llegar al final de su camino. Con la satisfacción de saber que su dios se siente satisfecho y no tiene nada por lo que bailar… Ya que Shiva baila cuando está tremendamente enojado o al comienzo de alguna batalla. La nuestra, obviamente, estaba muy alejada de todo aquello pero no por eso dejó de impresionarnos. Al fin y al cabo nadie podía esperar hallar un lugar hinduista tan importante a miles de kilómetros del Ganges. |
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