Bear Grylls El último superviviente |
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La naturaleza es parte de su vida. El riesgo es algo a lo que no puede renunciar. Sea en el desierto, en el mar, en islas paradisiacas, en junglas, sabanas y bosques, Bear Grylls se dejará literalmente la piel para poder ser un buen “superviviente”. |
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-Uno de los momentos más duros en los que te has visto envuelto... Recuerdo que estaba liderando una expedición en el Antártico para escalar un pico enorme. Teníamos como objetivo promocionar el uso de energías alternativas, por eso estábamos usando jet skis propulsados por bioetanol. Habíamos recorrido tres cuartos del camino volando en los kite skis, que iban a 50 km/hora, y había un viento muy fuerte. En ese momento una ráfaga enorme me tiró al suelo y me golpeé la cabeza. El casco se hizo añicos y me rompí un hombro. Fue una fractura de grado 4. -Muchas veces te encuentras en situaciones extremas, ¿Cómo controlas el miedo? En realidad paso mucho tiempo asustado y esto me ha ocurrido gran parte de mi vida, tanto en las fuerzas especiales como rodando “El último superviviente”. Imagina, atrapo serpientes venenosas o salto encima de grandes cocodrilos, pero uso el miedo para estar más alerta. -Pero, ¿ha habido alguna vez en que le haya dominado ese miedo? Sí, recuerdo que en Transilvania me metí en una cueva bajo el agua. Estaba en un túnel muy estrecho y frío a 150 metros del suelo, además por él circulaba agua a gran velocidad y el aire se iba haciendo cada vez más escaso. Tenía una cuerda, no lo pensé, me la até y la tiré al equipo, quería ver qué ocurría. Al final localizamos otro canal de aire y no hubo problema, pero me di cuenta de que habíamos tenido suerte, fui un poco más lejos de lo que debía… -Siempre has sido un aventurero extremo, en Oriente Medio ¿Cómo lo has pasado? Lo cierto es que estuve rodando en la frontera de Irak con Turquía en esta última temporada y tuve un golpe de calor muy serio. Además, nuestra aventura fue increíble porque nos metimos en grandes cuevas en el desierto. Esta temporada iremos a rodar a Arabia Saudí, que seguro que será una experiencia increíble. -¿Cree que el desierto es un buen destino para unas vacaciones de aventura? Sí, desde luego. He hecho mucha escalada en Omán y adoro toda la región. En esta parte se encuentran uno de los sistemas de waddies y Jebel más extraordinarios, por eso se llamó el “jardín del edén”. -¿Europa aun es salvaje? Claro. Por ejemplo, la gente no sabe lo salvaje que es Transilvania, es el último paraje salvaje. Tiene la población de oso pardo más alta de Europa y es bosque cerrado. Una tarde me topé con un oso pardo enorme, nos vio y se marchó mientras yo trataba de explicar que su digestión es muy rápida y que si no tienes comida puedes comerte los restos de fruta que han pasado por su estómago. Puedes ver trozos de semillas y de manzana y yo me estaba comiendo estos restos de sus excrementos, algo asqueroso, pero que puede salvarte la vida si no encuentras comida. -Estuviste en las fuerzas especiales tres años. ¿Qué aprendiste de esta etapa? En las fuerzas armadas buscan gente motivada y disciplinada, imagina que de los 180 que comenzamos terminamos siendo sólo 4. Todos éramos gente normal pero capaz de cuidarnos en momentos difíciles. Fue un privilegio ser parte de esa organización, me dio confianza para hacer lo que hago ahora. -¿Qué herramientas lleva siempre en sus aventuras? Siempre llevo tres cosas que son importantes para mí. Una pequeña piedra (de pedernal) alrededor del cuello, para poder hacer fuego porque puede salvar una vida. Te mantiene caliente. Te permite cocinar. Puedes hervir agua. Te mantiene animado y te protege de los animales. Por ello, el fuego es una parte fundamental de la supervivencia. La otra cosa es una foto de mi familia que llevo en la suela de mi zapato. Para mí, la familia es una parte esencial de lo que hago y son parte fundamental de mi motivación y mi esperanza. Y la última no es material, es mi fe cristiana. -¿Cuál ha sido la habilidad que más le ha ayudado? La actitud es la técnica más importante para la supervivencia, más que saber saltar sobre un cocodrilo o manejar a una serpiente gigante. Todas esas cosas se aprenden, pero la actitud es mucho más difícil de desarrollar y es, si te fijas en grandes historias de supervivencia, lo que diferencia a las personas que sobreviven de las que no. -¿Cuál es la peor experiencia que te ha tocado vivir en las grabaciones? Ha habido muchas. Me han mordido muchas serpientes y he saltado sobre un tiburón tigre de 18 metros. He saltado de una lancha y me he caído de cimas y cataratas. Me he quedado atrapado en una mina de oro y en grietas y me he caído de árboles. Tengo unas cuantas cicatrices. -De todo lo que ha hecho para TV, ¿cuál ha sido su experiencia o su momento más inolvidable? Cuando rodamos en el Yukon, Canadá. Se trata de un lugar enorme y salvaje con montañas gigantescas. Allí me sentí muy pequeño frente a la naturaleza y me di cuenta de que realmente debes usar tu inteligencia para salir de situaciones difíciles. Ahora que tiene tres hijos, ¿va a dejar un poco esta vida de aventura? Necesitaría diez vidas para hacer todo lo que me gustaría. Cuantos más lugares visito y más cosas hago, más cuenta me doy del maravilloso, frágil y extraordinario mundo en el que vivimos. Mi padre solía decirme “sé la persona más entusiasta de las que conozcas” y la verdad es que siempre he tenido sed de aventura. Mis hijos y mi familia me comprenden, aunque ahora mi trabajo es menos arriesgado que el de la armada, pero no es el ideal. De todos modos, no les cuento muchas cosas de las que hago. Mi mujer me pregunta “¿Hacía frío o calor?”, yo respondo y volvemos a la vida normal. Esta entrevista ha sido leída por 14361 personas
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