Una cueva situada en la que probablemente fue comarca aborigen de Artevigua, en la isla de Gran Canaria, puede revelar un insospechado conocimiento astronómico por parte de los antiguos aborígenes ya que, además de marcar equinoccios y solsticios, en su interior la luz recrea imágenes relacionadas con la fecundidad. Esta es, al menos, una de las hipótesis de Julio Cuenca, arqueólogo que ha investigado esta zona desde los años 90. Según su investigación, esta cueva fue utilizada como templo y, además de su orientación astronómica, la luz crea en su interior un relato mitológico de fecundidad del que no hay ejemplos similares a nivel mundial. "Es como un proyector de imágenes de una cultura desaparecida", ha señalado el especialista a la agencia Efe. A lo largo de seis meses la luz crea en la pared de la cueva imágenes con forma fálica que se acercan a los grabados de las paredes, cubiertas de triángulos púbicos femeninos. Con el paso de los meses la proyección solar va cubriendo estos triángulos y según se aproxima el solsticio de verano y llega el otoño, las imágenes se transforman en una mujer embarazada y finalmente, en una semilla, asegura el investigador. Es la primera vez que el arqueólogo ha encontrado algo parecido y en su opinión, esta cueva puede suponer un punto de inflexión respecto a las teorías que tienen por primitivos a los antiguos habitantes de las islas pues, por el contrario, apunta a unos conocimientos astronómicos "impresionantes". La cueva fue localizada por Julio Cuenca, a la sazón, conservador jefe del Museo Canario y especializado en la investigación de santuarios de montaña de los antiguos canarios, cuando copiaba grabados en la cercana cueva de Los Candiles, en Artenara. Es en este municipio donde el arqueólogo sitúa Artevigua, una localidad importante de los aborígenes cuyo topónimo desapareció en el siglo XVIII, previsiblemente por el afán de la Iglesia por castellanizar los nombres usados por los antiguos canarios. Esta cavidad fue utilizada como pajero y se había abandonado en los años 40 por desprendimientos. Hay, en la zona, otras 21 cuevas que se habían usado para vivienda o para el ganado y de ellas, dos son muy extensas. Al entrar en las mayores Cuenca vio que las paredes estaban cubiertas de grabados en forma de triángulos púbicos femeninos y además, en una en concreto, una cúpula de unos 5 metros de altura "como nunca había visto". La cúpula contiene una especie de túnel orientado al naciente donde entra la luz solar con un evidente significado astronómico y la primera vez que observó en ella el solsticio de verano, en 2009. La luz solar entra en la cueva a partir del equinoccio de primavera y es perceptible en su interior durante unas dos horas diarias desde marzo a septiembre, algo inusual en una construcción orientada astronómicamente. Pero además de marcar con absoluta precisión los equinoccios y los solsticios -algo fundamental para la agricultura- Cuenca se encontró con la sorpresa de que la Luna llena en el solsticio de invierno crea una imagen en la pared. "Hay ranuras en el conducto hacia el exterior por donde entra la luz y eso hace sutiles cambios en las figuras, que logran montar una película, una secuencia de imágenes que puede ser un diseño preestablecido por los sacerdotes-astrónomos, los faycanes, y plantea un salto cualitativo impresionante sobre estos pueblos de los que se piensa como primitivos", puntualiza el arqueólogo. En 2012 transmitió la importancia de este yacimiento al consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Larry Álvarez, que se implicó en su conservación. El Cabildo trabaja ahora en la declaración como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y está utilizando un escáner láser para registrar con la máxima precisión lo que allí ocurre y tener una copia exacta. Además se está electrificando para poder monitorizarla y que cualquier persona desde un ordenador pueda observarla en directo a través de una página web.
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