Un viaje es como el matrimonio. Uno se equivoca si piensa que tiene todo controlado. John Steinbeck
Falta
Grandes destinos / Austria
Viena
Tres países para una Lanza del Destino

Viena (Austria), Cracovia (Polonia) y Echmiadzín (Armenia) se disputan junto a Ciudad del Vaticano la tenencia y exhibición de una de las reliquias más importantes de la cristiandad: la lanza de Longinos, el pilum que atravesó el costado de Jesús durante la crucifixión y que según la tradición otorga a quien la controla el poder del destino del mundo. Por esa razón fue ambicionada desde Carlomagno al mismísimo Hitler. Hemos visitado todos sus emplazamientos.

Texto y fotos: Josep Guijarro


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Julio 2018 0 Comentarios

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Q

uién controla la lanza controla el destino del Mundo. Esta frase debía de tener en mente Adolf Hitler mientras contemplaba la reliquia que, según la tradición, perforó el costado de Cristo. Debió estar parado -como yo ahora- frente a aquella misma vitrina del museo Schatzkammer de Viena, concretamente, en la llamada cámara santa, que forma parte del suntuoso Palacio Imperial Hofburg. 
Y es que esta pieza, que se me antoja más una bayoneta que un pilum romano es, de las cuatro que hay en la cristiandad, la candidata mejor posicionada a ser «auténtica». Pero, ¿por qué es la más creíble? Y, ¿cómo llegó hasta Austria?
Retrocedamos en el tiempo.

Un poco de historia
En 1098, los cruzados comandados por Godofredo de Bouillon recuperaron Jerusalén para los cristianos. Sin embargo, tras sus murallas, todavía tuvieron que hacer frente al cerco selyúcida. Los cruzados estaban en inferioridad numérica, sin provisiones ni agua. Cuando todo hacía presagiar la capitulación, un soldado llamado Pedro Bartolomé dice tener una visión en la que San Andrés le indica el paradero de la Santa Lanza. Rápidamente exploran el lugar indicado, bajo el suelo de la Catedral de San Pedro, y encuentran la reliquia sagrada. Otras fuentes, aseguran que fueron los cristianos que residían en la Ciudad Santa quienes advirtieron de su existencia a los cruzados, escondida en la propia muralla de la ciudad. En cualquiera de los dos supuestos, la lanza fue encontrada y sirvió de espoleta moral a las tropas -que interpretaron su hallazgo como una «señal divina»- para lograr romper el cerco musulmán y hacerse con la ciudad pese a las condiciones adversas. Y Jerusalén, a partir de entonces, se convertirá en la capital del nuevo Principado Cristiano de Antioquía. 
Para sentir el eco de la historia, pues, era imprescindible la visita a la Ciudad Santa.
El viaje a Jerusalén puede tener muchos ángulos; judío, musulmán y cristiano... Me sorprendió constatar los escasos vestigios del periodo de las cruzadas. En ese sentido resulta indispensable la visita a la iglesia del Santo Sepulcro, en cuyo Breviario encontrarás una mención a la lanza. 
También visité el Monte Sion y, más concretamente, el lugar donde Godofredo de Bouillon edificó, en 1099, una iglesia nueva sobre las ruinas de un antiguo templo bizantino, el llamado Hagia Sion. La nueva iglesia fue bautizada como Santa María. Del templo cristiano no queda nada, hoy es una sinagoga sefardí donde, por cierto, las mujeres no son bien recibidas. 
Supe que allí se sitúa una de las primeras referencias históricas a la santa lanza. Se remonta al 570 de nuestra era, cuando San Antonino de Piacenza dice contemplar en este lugar «la corona de espinas con la cual coronaron a nuestro Señor y la lanza con la cual lo perforaron en el costado.» 
Aunque el culto a las reliquias nace en los primeros siglos del cristianismo pues, como consecuencia de las persecuciones se comenzaron a conservar y a tener en estima objetos relacionados con los que habían muerto por la fe, no encontramos ninguna referencia escrita a la Sagrada Lanza hasta el siglo V, cuando el senador Magnus Aurelius Cassiodorus atestigua su presencia en Jerusalén.
Y es que, realizar un seguimiento histórico de la lanza, es básico para establecer su antigüedad. Huelga decir que si se probara que alguna de las reliquias es de facto la que atravesó el costado de Cristo, no sólo se convertiría en un objeto de culto para la cristiandad, sino en una prueba de la existencia del Jesús histórico. Por esa razón, los arqueólogos y especialistas miden mucho su posición frente a este tipo de artefactos. Lamentablemente, ni siquiera los Evangelios hacen mención a la lanza... salvo algún apócrifo.

Un largo camino hasta Roma
En el año 615, los persas, comandados por el rey Cosroes II, se harán con el control de Jerusalén y sus reliquias serán capturadas. Sabemos por el Chronicon Paschale, un cronista griego contemporáneo a estos hechos, que la punta de la lanza se quebró y que fue regalada ese mismo año a Nicetas quien la llevó a Constantinopla y la depositó en la iglesia de Santa Sophia. No necesito mayor excusa para viajar a Turquía.
Y es que, entre Estambul y yo nació, hace años, un amor a primera vista. Mi llegada tuvo lugar con las últimas luces del día y, entonces, el cielo adquirió ese tono añil tan especial donde se recortaban los minaretes de las mezquitas de esta gigantesca urbe y sobresalían las amarillentas murallas de Constantinopla. Como amante de la Historia que soy, aquella imagen quedó retenida en mi memoria para siempre jamás.
Como inolvidable resulta la visita a Santa Sophia, el monumento más esplendoroso del arte bizantino y uno de los símbolos más representativos de la ciudad. En su interior, son admirables sus mosaicos, hechos a base de vidrios de colores o transparentes sobre hojas de oro, con las que se representaban antiguamente escenas bíblicas.
Aunque hoy en día es tan sólo un museo, para muchos fieles continúa siendo un poderoso centro espiritual al que acuden en privado a contemplarla. Mientras atravieso la nave central, pienso que fue diseñada por dos matemáticos de Atenas durante el reinado del emperador bizantino Justiniano, quien aspiraba crear la cúpula más grande del mundo. 
Mi guía -Murat- me explicó que la punta de lanza que trajo consigo Nicetas fue fijada en un icono bizantino. Siglos más tarde, en 1244, fue vendido por Balduino II de Constantinopla a Luis IX de Francia y guardado junto a una corona de espinas en la Sainte Chapelle de París. Más tarde, durante la revolución francesa las reliquias fueron escondidas en la Bibliothèque Nationale donde desaparecieron. Pero, ¿Y los otros fragmentos?
Parece que, al menos, uno de los trozos continuó en Constantinopla. Pastor describe en la Historia de los Papas que, en 1492, el sultán Bayaceto, un mecenas tanto de la cultura oriental como de la occidental, envió la reliquia a Inocencio VIII para forzar al Papa a que continuase manteniendo preso a su hermano Cem.
Y es que la principal preocupación del sultán era la lucha de poder con su hermano, quien reclamaba el trono. Bayaceto buscó el apoyo militar de los Caballeros de la Orden de San Juan en Rodas quienes hicieron prisionero a Cem y lo entregaron al Papa.

Con la iglesia hemos topado
Aquí perdemos la pista a esta otra parte de la Lanza Sagrada. El Vaticano no la expone. La reliquia nunca ha salido de Roma, donde permanece preservada bajo el domo de la basílica de San Pedro. 
Sólo sabemos que el Papa Benedicto XIV dijo haber obtenido un dibujo exacto de la punta de la lanza de París y que estaba satisfecho porque encajaba con la cuchilla.
Aunque la Iglesia nunca se ha pronunciado acerca de la autenticidad de la Lanza sabemos que existía cierta preocupación por la presencia de otras rivales; Nuremberg, (la lanza de Viena) y otra en Armenia (la lanza de Etschmiadzin, que podría estar relacionada con la que hallaron los cruzados en Jerusalén. Pero supe de la existencia de otra "lanza" más... Tocaba viajar a Polonia.

La lanza de San Mauricio
Cracovia es una de las ciudades más bonitas de Centroeuropa. Si la visitas, no dejes de ver el castillo de Wawel, en la colina fundacional de la ciudad, a la izquierda del río Vístula. 
En lo alto, se erige la catedral que ha sido la sede de coronación de los monarcas polacos. Allí se venera desde el 1200 una réplica de la lanza de Viena -salta a la vista apenas verla- que Oton III, emperador del Sacro Imperio Romano, mandó hacer para Boleslao I el Bravo con objeto de ser utilizada en la ceremonia de coronación de los reyes.
Fotografiarla no fue fácil. Pese a disfrutar de los permisos del Ayuntamiento y la oficina de Turismo, el obispo estaba receloso del tratamiento que íbamos a darle a su más preciado tesoro. Finalmente lo conseguí, minutos antes de que se abriera al público, el obispo introdujo la llave en la cerradura y abrió la vitrina de cristal que protege la lanza de San Mauricio. 
Esta pieza convirtió a Cracovia en la metrópoli eclesiástica polaca y reunió en el año 1000 a Oton III y Boleslao al pie de la tumba de San Adalberto en Gníezno para convertirle en patricio del Imperio.
Pero, ¿dónde estaba la lanza que recogió José de Arimatea en la cruz, que custodió hasta el martirio San Mauricio, comandante de la legión de Tebas? El obispo de Wawel me aclaró que tras la victoria del emperador Constantino en la batalla del puente Milvio contra Magencio, en las afueras de Roma, la sagrada lanza trazaba la línea de sucesión imperial legítima y que es, en este punto, donde nace la leyenda de sus poderes y la fascinación de los grandes líderes militares.

Objeto de poder
Por tratarse de un hijo bastardo, la Iglesia fomentó la imagen del fundador del imperio Carolingio como un expoliador del patrimonio eclesiástico y vulnerador de las prerrogativas y libertades al designar cargos que, en teoría, no atañían a su persona pero, en realidad, Carlos Martel fue el «salvador de la cristiandad» al frenar la expansión islámica hacia Europa.
La tradición afirma que el general sostenía la lanza en sus manos cuando derrotó a los árabes en la batalla de Poitiers, en el año 732.
Su nieto, Carlomagno, combatiría en un total de 47 batallas, sin conocer derrota alguna, pero murió poco después de que la lanza se le cayese accidentalmente. Es como si el objeto en sí mismo fuera un talismán, un objeto de poder. 
Así lo considera el periodista e historiador Jesús Hernández en su libro «Enigmas y misterios de la II Guerra Mundial» cuando asegura que la reliquia le habría conferido a Carlomagno el don de la clarividencia. 
La lanza pasó a manos de Heinrich el Cazador, quien fundó la casa real de Sajonia y empujó a los polacos hacia el este. Después de pasar por las manos de cinco monarcas, fue posesión de sus sucesores, los Hohenstauffen de Suabia. Un destacado miembro de esta dinastía fue Federico Barbarroja, nacido en 1123. Conquistó Italia y obligó al Papa a exiliarse y a los 67 años, se repetiría la historia de Carlomagno. Viajaba hacia Jerusalén durante la Tercera Cruzada, cuando se disponía a vadear un río, en la actual Turquía, cometió el error de dejar caer la Lanza y, poco después cayó al río y se ahogó.
En 1424, el emperador Segismundo del Sacro Imperio Romano había incluido la lanza en su colección de reliquias. Las desplazó desde su capital, Praga, a su natal Nuremberg y decretó que ahí se guardaran para siempre. A esta colección se la conoce como Reichskleinodien o la Regalía Imperial.
Cuando en la primavera de 1796 el ejército revolucionario francés se aproximó a la ciudad, los consejeros confiaron el tesoro al barón Von Hügel quien lo trasladó a Viena, Austria, para ponerlo a salvo. 
Dicen que, tras la batalla de Austerlitz, Napoleón intentó hacerse con la Lanza del Destino, pero no consiguió encontrar la reliquia.
Cuando, en 1806, se disolvió el Sacro Imperio Romano, von Hügel aprovechó la confusión para vender la colección entera -incluyendo la lanza-, a los Habsburgo y, desde entonces, fue almacenada en el Schatzkammer (Tesorería Imperial) de Viena.

La obsesión de Hitler
Y es aquí donde, en 1912, tomará contacto con la reliquia un pintor de acuarelas de medio pelo llamado Adolf Shickelgruber Hitler que malvivía en Viena. Un día visitó el Museo Hofburg con Walter Stein, un amigo judío y experto en ocultismo y fue entonces cuando Hitler vio por primera vez la lanza de Longinos y -según Stein- entró en un profundo trance.
Desde aquel instante, Hitler quedó fascinado por el objeto y se obsesionó con su historia. Junto a amigo Walter Stein, se enfrascarían en el estudio de los poderes mágicos que aquel objeto atesoraba.
En 1938, veintiséis años después de su primer contacto con la lanza, tras subir al poder democráticamente, Hitler se había convertido en el líder del nazismo y de toda Alemania y entraba triunfante en Viena, una vez que el Tercer Reich se había anexionado Austria. El 14 de marzo entró al Palacio Hofburg acompañado de Heinrich Himmler, el jefe de las siniestras SS, para dirigirse directamente a la sala en donde se custodiaba la deseada Lanza. El Fhürer quiso quedarse a solas con la mítica reliquia. Imagino que, como yo ahora, repararía en la lámina de oro con la inscripción «Lancea et Clavus Domini» («La lanza y el clavo del Señor») que Carlos IV le agregó en 1350. Allí permaneció más de una hora, ensimismado en sus pensamientos delirantes a punto de realizar su sueño megalómano.
Y es que según Stein, la Lanza contenía algún tipo de revelación mística para Hitler, como si en algún siglo anterior ya la hubiera sostenido en sus manos. El líder nazi tenía ensoñaciones en las que creía ser la reencarnación de un señor feudal del siglo IX. «Se refería a un personaje llamado Landulfo II de Capua, que fue excomulgado por el Papa por sus conocimientos sobre magia, y que se mostró también fascinado por el poder que emanaba de la Lanza»... 
Hay muchas razones para viajar a Viena. Sus calles están adoquinadas con cultura; desde la catedral gótica al Palacio Imperial, donde, naturalmente, tendrás que hacer parada para ver la Lanza del Destino. 
A propósito de la reliquia. En 2003 el metalúrgico inglés y escritor de Ingeniería Técnica, Robert Feather, obtuvo permisos extraordinarios no solo para examinarla en un ambiente de laboratorio, sino también para quitar cuidadosamente las bandas de oro y plata que la mantienen unida. En su opinión, la creación aproximada de la cuchilla de la lanza es del siglo VII. ¿Se trata de un fraude? ¿Cómo justificar entonces la tradición asociada?
Parece, en todo caso, que Hitler desconocía la existencia de una tercera lanza que se conserva en Armenia.
Se exhibe en el gran complejo monástico de Echmiadzín, construido por San Gregorio entre los años 301-303, cuando Armenia era el único país del mundo cuya religión oficial era el cristianismo y se la considera la catedral más antigua de la cristiandad. La tradición asegura que la lanza, cuyo aspecto nada tiene que ver con las anteriores, es la que fue encontrada durante la I Cruzada.
El 30 de abril de 1945, la víspera de la noche de Walpurgis, Hitler se suicidó en su búnker de Berlín, dos horas después de que la lanza cayera en manos del Ejército americano. Tras el fin de la II Guerra Mundial, el General Norteamericano George S.Patton devolvió la reliquia a Viena. Curiosa historia ¿verdad?

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar

La mejor forma de vivir el Camino es andando pero siempre puedes optar por el automóvil o la bicicleta.

Requisitos de Entrada

El idioma oficial es el francés. Aunque con el inglés puedes solucionar tu estancia en el país.

Dónde dormir

www.chemins-compostelle.com

Dónde comer

www.chemins-compostelle.com

Más información

Más información sobre los Caminos de Santiago en Francia www.chemins-compostelle.com


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