Este pequeño pueblecito segoviano fue fundado por pastores trashumantes que a su paso hacia Soria o Burgos, se asentaron en estos “valles de vacas”, dando así origen a las raíces Valdevacas, el punto de partida para explorar las sendas del Riaza.
Texto y fotos: Josep Guijarro
|
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
- Paissubtitulo
|
l Riaza es un curso fluvial que nace en la fuente del Cancho y desemboca en el río Duero. A lo largo de sus 114 kilómetros cruza las provincias de Segovia y Burgos regalándonos paisajes de ensueño. Aunque son más conocidas las Hoces del Duratón, personalmente me parecen más espectaculares las del Riaza por albergar dos "Refugios de Rapaces”: el de Montejo de la Vega, gestionado por WWF Adena y el del Embalse de Linares del Arroyo, gestionado por la Confederación Hidrográfica del Duero. Para empezar a explorarlas pongo rumbo a Valdevacas de Montejo. Esta localidad segoviana es la típica villa serrana. Está situada a poco más de 100 Km de Madrid, en los límites de la provincia de Burgos y Soria. Cuenta con un entorno natural privilegiado, un regalo del río Riaza que, a su paso por este espectacular paisaje calizo, ha formado un panorama natural de gran belleza, declarado Parque Natural por iniciativa de Félix Rodríguez de la Fuente. Este naturalista fijó su atención en el cañón que preside las hoces ya que en sus oquedades residían colonias de buitres leonados. De hecho es hoy una de las mayores de todo el país. Se estima que aquí residen casi 400 parejas pero, además, viven alimoches, águilas reales, halcones peregrinos, cernícalos, águilas culebreras y calzadas, búhos reales y -en resumen-, casi todas las especies de rapaces españolas. La diversidad de hábitats es también muy rica. Desde el río Riaza, con sus especies piscícolas y sus nutrias, hasta los encinares, quejigares y los interesantes sabinares.
El milagro de Hornuez En medio de uno de ellos, que los pastores trashumantes aprovechaban para abrevar sus ovejas, se erige la ermita de Nuestra Señora de Hornuez, donde el último domingo de Mayo y el primero de Septiembre tiene lugar una multitudinaria romería para conmemorar un “milagro”, la aparición de la mismísima madre de Dios sobre una sabina cuyas raíces se pierden en el mismísimo altar de esta iglesia barroca. El suceso tuvo lugar en el siglo XIII pero el templo ha sufrido varias remodelaciones hasta la construcción actual. En este entorno que invita al recogimiento, se halla el conjunto de sabinas más espectaculares del país, algunas de ellas bimilenarias. El agua brota de la tierra en varias fuentes de las que puedes saborear agua purísima.
Las Sendas del Riaza Pero si de beber y comer se trata, no dejes de probar un buen cordero o chuletas asadas con el sarmiento de viña, y mójalo con un buen vino de la región. De eso se encargó Raquel, excelente cocinera del albergue “Sendas del Riaza” que es uno de los ejes de actuación de la Cooperativa Gredos San Diego. Fue construido en las antiguas escuelas de Valdevacas de Montejo por la Fundación Patrimonio Natural y cuenta con 75 plazas, cocina propia, instalaciones adaptadas a personas con dificultades de accesibilidad, jardín con barbacoa, terraza, WiFi, instalaciones educativas de fotografía y vídeo y hasta telescopio. Porque aquí, en Valdevacas, la bóveda celeste tiene miles de estrellas. Alojándote en este albergue, que da vida –literalmente- a esta pequeña población de 31 habitantes podrás acceder al parque y al comedero de los buitres. Todo un espectáculo que no te dejará indiferente.
El Parque Natural Y es que Valdevacas se dedicaba fundamentalmente a la agricultura y, sobre todo a la ganadería ovina, cuyas reses muertas constituían la principal fuente de alimento de la colonia de buitres de la zona. Aún quedan múltiples restos de los antiguos corrales (tenadas) y palomares a las afueras del pueblo. Para conocer los entresijos me dirijo, primero, a Montejo de la Vega, donde existe un centro de interpretación de la naturaleza, del entorno con especial atención al buitre leonado. Me acompañan Marisi y Ezequiel, dos monitores del albergue que me conducirán hasta allí por un paraje de indescriptible belleza. La verdad es que es uno de esos lugares que merece la pena visitar sin prisas. Perderse allí durante todo un día y disfrutar de la naturaleza. Ojo porque si no estás alojado en el albergue “Sendas del Riaza” necesitarás pedir permiso para hacerlo. Así, descubro la ermita románica de El Casuar, una construcción –hoy en ruina- del siglo XII, que fue declarada en 1997 Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento. Se cree que aquí se refugió, durante la Guerra de la Independencia, el guerrillero Juan Martín conocido como “El Empecinado”.
La tierra de los buitres El “plato fuerte” de la jornada lo constituye ver de cerca de los buitres leonados en los muladares donde se alimentan y, para ello, nos dirigimos a lo alto del cañón, en todoterreno, por sendas que discurren por entornos naturales maravillosos. El Refugio de Rapaces de las Hoces del Riaza fue fundado hace 37 años por el naturalista burgalés Félix Rodríguez de la Fuente. En la comarca apenas quedan comederos, exceptuando el de WWF en el Refugio, y los de Campo de San Pedro y Ayllón por lo que éste tiene una tremenda importancia. El buitre leonado es un ave carroñera de gran tamaño que puede alcanzar un metro de longitud y una envergadura de casi tres metros. Su plumaje es pardo claro y su rasgo principal es el cuello "pelado” en cuya base es visible una collareta blanca. Cientos de buitres rondan las soledades del cañón del Riaza. A veces parecen meditar, posados en los contrafuertes de la hoz como si fueran siniestras gárgolas de una catedral natural al acecho de alguna presa moribunda. Como los hábitos ganaderos de la región han cambiado ahora sobrevuelan el espacio sólo para otear el horizonte porque el yantar tiene horario y viene en jeep. Así, los leonados pueden embuchar kilo y medio de carroña en una sentada y seguir ganando la eternidad para contemplar desde lo alto el maravilloso espectáculo natural de las hoces del Riaza.
|