Una figura del dios del Fuego abre un debate sobre el sentido de Teotihuacán

La figura hallada en el emblemático complejo arqueológico de Teotihuacán, en México, abre el debate sobre el sentido del edificio

El arqueólogo Alejandro Sarabia
muestra el hallazgo. / PEP COMPANYS.
Tras permanecer al menos catorce siglos oculta, el pasado mes de febrero se presentaba en sociedad la figura de Huehuetéotl, el Dios del Fuego, hallada en lo alto de la Pirámide del Sol, en el complejo de Teotihuacán, una de las grandes referencias arqueológicas (y turísticas) de México y de todo el continente americano.
La escultura, de 61 centímetros y casi 190 kilos, es la de un anciano sentado en posición de flor de loto, con las manos en las rodillas, moño, tocado, y coronado por un brasero. El hallazgo despertó un enorme interés entre la comunidad arqueológica. Primero por la cantidad de elementos extraños a su civilización que presentaba, aunque eso puede explicarse porque la ciudad, como Toronto con su Chinatown, acogía también a otras colectividades. Pero intrigó sobre todo a los estudiosos porque representara al fuego en un lugar que generalmente se cree dedicado a la lluvia.
Alejandro Sarabia, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que dirigió la excavación, cuenta que “el sentido del edificio no cambia”. Sarabia sigue pensando que la estructura estaba dedicada a Tláloc, el Dios de la Lluvia. Pero sí admite que la presencia de Huehuetéotl nos da pistas sobre algunos rituales que allí se celebraban. “La pirámide es maciza” -cuenta-, “no hay cámaras, como si fuera un edificio privado, o tumbas: su función era simplemente elevar el templo, que estaba en la cúspide, por encima de los hombres. Esa figura nos permite deducir que en ese templo se llevaba a cabo la ceremonia del fuego nuevo, cuando coincidían, cada 52 años, el año solar de 365 días, y el ritual, de 260”.
De la civilización de Teotihuacán, que brilló aproximadamente del siglo I al VII de nuestra era, sabemos muy poco. Dejaron una escritura muy simple que apenas ha sido descifrada y los aztecas encontraron su impresionante ciudad prácticamente abandonada.
No es el único debate que ha abierto la excavación. Para Sarabia, lo encontrado da pistas de por qué desapareció la civilización de Teotihuacán y lo atribuye ahora sobre todo a disputas internas. “Cuando alguien pierde el poder los dioses son desacralizados y los templos arrasados. Eso pasó varias veces en la historia de Tehotiuacán. Pero de la última ya no se recuperaron”.
“La ciudad fue destruida sistemáticamente con fuego, hubo una iconoclastia brutal, se destrozaron todos los símbolos de culto. Si hubiera habido una revolución se habrían destruido solo los símbolos de los gobernantes y sus habitantes hubieran seguido viviendo ahí: por eso creo que fueron pueblos vecinos, hartos de estar sojuzgados”.

Publicada el miércoles, 24 de abril de 2013

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