Descifran quince códices en México
Los códices se hallaban ocultos en las paredes del convento de Tlaquiltenango y fueron elaborados entre 1525 a 1569
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Uno de los códices. Cortesía L.Hinojosa
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Por casi cuatro siglos sobrevivieron escondidos en los muros del convento de Tlaquiltenango, en el actual estado de Morelos (México), 15 códices en los cuales se registran los tributos y las cantidades que pagaban los indígenas de la región a las autoridades civiles y religiosas de mediados del siglo XVI.
Los códices, que fueron realizados en papeles amate y europeo, pintados en negro, rojo y azul, permanecieron escondidos en los frisos del claustro de la planta baja del convento hasta que, en 1909, fueron descubiertos por el párroco quien, con ayuda de un ingeniero, despegó seis fragmentos del muro que luego fueron donados a la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH). Hacía 1911, en la Revolución, el ingeniero Juan Reyna, propietario del terreno en el que se asienta el convento y que se decía dueño de los códices, desprendió otros 135 fragmentos que vendió al del Museo de Historia Natural de Nueva York por 2000 dólares.
Más de un siglo después, los 345 fragmentos en se encuentran fraccionados los códices se reintegraron, virtualmente, gracias a la labor de identificación que, desde hace una década, emprendió la historiadora del arte Laura Hinojosa.
Esa investigación, que implicó cotejar los fragmentos originales en los tres sitios donde se encuentran, sale a la luz en el libro Quince códices en la memoria de un convento, que ofrece una lectura de todo el corpus iconográfico e incluye imágenes de los fragmentos que guarda la Biblioteca del Museo de Historia Natural de Nueva York.
“Desde 1931 nadie más había ido a consultar estos códices, hasta que llegué y armé el rompecabezas de Tlaquiltenango” asegura Hinojosa.
En ese ejemplar, que puede ser consultado en la web, la investigadora del Centro INAH Morelos reconstruye la historia de estos documentos que representan un testimonio de lo que sucedió en Tlaquiltenango y son singulares por el lugar en donde se localizaron.
Debido al paso del tiempo y a la poca conciencia que existe para conservarlos, las piezas presentan daños. En ese sentido, es que urgente un trabajo de restauración y conservación.
Por siglos, las paredes del convento escondieron estos códices que fueron elaborados entre 1525 a 1569 y que resultan de gran relevancia porque en el estado sólo existen otros dos: el de Moctezuma y el del Marquesado del Valle.
Hasta ahora, se desconoce la verdadera razón por la que fueron escondidos en estos muros; la investigadora Laura Hinojosa considera dos hipótesis: la primera es que, en medio del litigio de las órdenes religiosas por administrar el convento, pudieron ser escondidos por los franciscanos para evitar que los dominicos se enterarán de que cobraban tributo a los indígenas, ya que en una época se opusieron a la cobranza del diezmo. La otra hipótesis es que los franciscanos, quienes tuvieron más sensibilidad para conservar los manuscritos, libros y documentos indígenas, decidieron protegerlos de la posible destrucción que había en la época.
En cualquiera de los casos, los franciscanos cubrieron estos códices con una capa de cal, ocultándolos de la vista de cualquiera, y en primer lugar de la de los dominicos que los remplazaron en el convento y que nunca se percataron de su existencia (incluso, llegaron a pintar en la pared los santos de su orden).
Publicada el
jueves, 6 de marzo de 2014
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