Hallan un monumento megalítico cinco veces mayor que Stonehenge

Los restos de un templo prehistórico hallados a unos tres kilómetros al noreste del Stonehenge, en el sur de Inglaterra, están a punto de demostrar la existencia de una revolución religiosa en el neolítico.

Enterrado durante milenios en el espacio conocido como Durrington Walls, apenas a tres kilómetros de distancia del mítico lugar de culto ritual de Stonehenge, al sur de Inglaterra, un sofisticado radar ha permitido descubrir ahora la estructura de lo que ya es un nuevo tesoro arqueológico del Neolítico. El mapa subterráneo, elaborado por un equipo internacional de científicos liderado por el Ludwig Boltzman Institute y las universidades de Birmingham y Bradford, ha desvelado una hilera de unos cien monolitos distribuidos en forma de semicircunferencia y distribuidos al borde de un valle. El anillo tiene un diámetro de 1,5 kilómetros. Las piedras, la mayoría de las cuales están caídas por razones que aún se desconocen, estaban rodeadas por una zanja de 17,6 metros de ancho.

«No creemos que haya nada como esto en ningún lugar del mundo. Es algo completamente nuevo y su escala es extraordinaria», según explicó a la BBC el arqueólogo Vince Gaffney, líder del proyecto de investigación en la Universidad de Bradford. El colosal monumento megalítico es cinco veces mayor que el complejo circular de Stonehenge. Algunos de los monolitos, enterrados a poco más de un metro de profundidad, alcanzan incluso una altura de 4,5 metros. Solo el uso de tecnologías de última generación ha permitido a los arqueólogos, que llevaban trabajando en la zona desde hace cinco años, desvelar su estructura sin necesidad de realizar una excavación. Ahora es cuando se empieza a plantear la posibilidad de sacar las rocas a la luz. De momento, las prospecciones no invasivas realizadas con láser revelan que es la mayor estructura megalítica localizada en Gran Bretaña y, probablemente, la de mayor longitud de todas las conocidas en cualquier otro lugar.

«Reescribir Stonehenge»
La nueva construcción está datada en 4.500 años y se cree que puede ser contemporánea, o incluso ligeramente anterior a la de Stonehenge, que es Patrimonio de la Humanidad desde 1986. Por lo de ahora, el monumento prehistórico más antiguo localizado por los arqueólogos es el de Göbekli Tepe, un complejo elaborado con una técnica mucho más depurada que en el caso de los británicos y que se remonta a hace doce mil años. Fue descubierto en Turquía en 1994.

En cualquier caso, el hallazgo realizado en Durrington Walls, que se dio a conocer ayer coincidiendo con la inauguración del Festival de Ciencia de Gran Bretaña, aportará un nuevo conocimiento sobre el megalitismo. «Todo lo escrito anteriormente sobre el paisaje de Stonehenge y los monumentos antiguos que se localizan en su interior tendrá que ser reescrito. El hallazgo le da una escala nueva y extraordinaria», advirtió ayer Paul Gardwood, arqueólogo de la Universidad de Birmingham y prehistoriador principal del proyecto.

Los estudios que se realizarán a partir de ahora intentarán responder a algunas de las interrogantes que se han planteado: ¿Por qué se han caído las piedras del recinto?, ¿formaba parte del complejo de Stonehenge o tenían una función por separado?

En principio se cree que el monumento podía ser utilizado para ritos religiosos o para la realización de rituales de solsticio.

«Delante de nuestras narices»
Vince Gaffney, otro de los líderes del equipo, también piensa que se trata de un escenario para «impresionar e imponer» y para transmitir una idea de autoridad a vivos y muertos». «Estaba delante de nuestras narices durante unos 4.000 años y hasta ahora no lo encontramos», se lamentó.

El hallazgo se suma a los realizados hace un año en el área, cuando se descubrió un complejo de templos y tumbas por debajo de Stonehenge. Los arqueólogos también sospechan que en esta zona había otras construcciones neolíticas, entre ellas cerca de mil casas que solo se habitaban en épocas concretas del año.

Además del radar de última generación, los investigadores utilizaron para trazar el mapa del subsuelo un magnetómetro y un escáner láser en tres dimensiones. Es la misma tecnología que ya se había utilizado con éxito para investigar tumbas de los Tudor del siglo XVI. En total, el equipo rastreó con un tractor en el que llevaban sus aparatos un área de 12.5 kilómetros cuadrados.

Publicada el martes, 8 de septiembre de 2015

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